LAS COSITAS DE JES MARTIN`S: La Semana Santa y Ben-Hur

- en Firmas
ben hur jes martins

Pues resulta que el otro día me da por venirme arriba con esto de las procesiones y decido ir hasta Zamora para apreciar más de cerca la Semana Santa de la ciudad vecina. Además he de decir que el viaje se hace de manera sencilla porque es todo autovía y no reviste complicación alguna. Lo digo por la gente perezosa más que nada. Dicho esto me dispongo a entrar en materia: La tarde nacía de manera magnifica con un sol de escándalo más propio del mes de agosto que del mes de abril.  Fijaros si hacia buena temperatura que me pareció ver a alguna vaca sin ropa según viajábamos. Y poco tengo que añadir al momento coche ya que como bien os he dicho anteriormente el desplazamiento es más corto que cuando llevas a tus hijos al cole en Salamanca en un día lluvioso.

Nada más llegar encuentro sitio justo en frente a la zona del casco antiguo. Lugar por donde transitaba la procesión que salía aquella tarde. Todo perfecto. Llegábamos con antelación para poder colocarnos en un buen sitio y no perdernos detalle alguno. Esa antelación de media hora tan maravillosa que hace que no te estrese la vida. Comienzan a sonar tambores con algo más de diez minutos de retraso sobre la hora establecida. Cosa a la que resté importancia ya que se compensaba con el maravilloso espectáculo que iba a transitar por delante de nuestros ojos.

Pasan las primeras filas de nazarenos y los niños ya se empiezan a incomodar. Situación lógica y propia de unos niños de su edad. A los tres cuartos de hora, comienzan a sonar unas trompetas y nuestra expectación aumenta al pensar que ya se aproxima la imagen. ¡Mira! Nuestro gozo en un pozo. Simplemente acompañaban a los nazarenos de fila que seguían pasando como las truchas rio arriba para poner sus huevos. Los niños, a todo esto, cansados, deciden sentarse en la acera.

Ya pasaba hora y media y ahí sólo pasaban nazarenos. Y venga nazarenos. De nuevo comienzan a oírse trompetas y tambores y nuestra cara se ilumina al pensar que ya llega la imagen que pone punto y final a la procesión. Pues no. Venga nazarenos, venga nazarenos y más nazarenos. De hecho llegue a pensar que lo mismo eran los mismos dando varias vueltas a la Iglesia.

Al cabo de dos horas, una señora que conversa con otra le dice al oído: “Pues creo que son diez mil nazarenos los que salen hoy”. ¡Mira! ¡Horror! Mi cara se desencajó por momentos y creo que hasta las nubes se tornaron en nubarrones a lo Charlton Heston en “Los diez mandamientos”. No me lo podía creer. Aquella maravillosa tarde de un falso agosto se estaba convirtiendo en la segunda parte de “Ben Hur”. ¡Qué cosa más larga!

Tras tres horas de larga espera, más la media hora anteriormente citada, los niños comienzan a pegarse y yo como buen padre intento mediar para que la sangre no llegue al rio. Los separé y les expliqué, durante unos minutos, que eso no se hace como tantas y tantas veces que se tercia la misma situación. La sorpresa surge al incorporarme y notar como la gente empieza a dispersarse. No entendía nada. Les pregunté a las señoras de los diez mil nazarenos y me dijeron que ya había pasado la imagen que ponía fin al cortejo. Vamos que por separar a los renacuajos y sus tonterías me había perdido lo más importante. Genial todo.

Y así fue como termino la maravillosa experiencia de viajar a una ciudad vecina a disfrutar de su fabulosa Semana Santa.

Moraleja:

“Si el que fue a Sevilla perdió su silla, el que fue a Zamora perdió… cuatro horas”

Comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *