Los frontones vacíos

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Calzada de Don Diego Fronton

Suelo visitar las provincias de Salamanca y Segovia durante todo el año, especialmente en otoño e invierno. Siempre que puedo busco el frontón municipal del lugar, gran denominador común de las infraestructuras locales en Castilla y León. Desde hace demasiados años, el estado natural de estas construcciones es estar vacías. Algunos de estos frontones están adornados con inscripciones de “quintos del año” que datan, normalmente, del siglo pasado. Los frontones eran un punto de encuentro del pueblo. Los más afortunados pueden seguir desempeñando esa función, como mucho, los meses de verano, en Semana Santa y algún puente más largo, cuando esos pueblos viven el espejismo de la vida que han ido perdiendo con el paso de los años. La versión moderna y pudiente de los frontones son las piscinas climatizadas y los pabellones. Algunos son construidos en un alarde megalómano de bonanza económica coyuntural que no tiene en cuenta responsabilidades y gastos recurrentes y acaban siendo abandonados.

En Castilla y León afrontamos una cita electoral, por primera vez, sólo municipal. Parece que nos falta algo pero, en realidad, es muy interesante. Permite concentrar esfuerzos y escrutinios en el foco local. Podemos pensar que la responsabilidad de la despoblación recae en otras administraciones. Pero la realidad es que cualquier ayuntamiento tiene recursos, más o menos abundantes y también, la responsabilidad de explotarlos bien. Ejemplos de estos recursos son: viviendas u otras construcciones propiedad del ayuntamiento, recursos agrícolas y forestales, impuestos sobre concesiones, residencias de mayores y otros servicios asistenciales…

La fórmula para atraer población no es única pero contiene los ingredientes de disponer de oportunidades de empleo y vivienda asequible. La alternativa trabajosa y al mismo tiempo gratificante a construir o reformar un frontón para un ayuntamiento puede ser invertir en asentar empresas, facilitar el emprendimiento y, en general, crear oportunidades de vida. La población residente aumentaría durante la legislatura, se podría mantener o reabrir la escuela y el consultorio. En definitiva, empezar a tener vida entre semana o cuando no es verano. No es un camino fácil pero el premio merece el esfuerzo. Eso o seguir con los frontones vacíos.

Agustín Gómez Martín

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