Cuántas veces ante la contemplación de la belleza que nos regala la Naturaleza, me he visto incapaz de encontrar el verbo preciso y el adjetivo concreto que me sirvan para transmitir a los demás la vibrante emoción que me conmueve íntimamente.
Para esos momentos que quiero adjetivar y no puedo, existe una expresión en nuestro idioma que lo dice todo:
“Me quedé sin palabras, muda.”
Y es que el silencio es el mejor compañero y amante de la belleza.