Me entrego con descaro al dulce placer de vivir. Yo que me sentía vulnerable y débil, sumergida en un pozo de incertidumbre y desesperación antes de pasar la COVID-19, ahora que he superado la enfermedad, de la cual sólo persiste la anosmia, y con la vacuna puesta, me siento renacida, pletórica, rebosante de fuerza y animosa para compartir mi talante positivo, mi voluntad de hacer el bien y mi combatividad, que un día lejano, hace casi un año, había dado por perdidos.
A los que esperáis, transmitiros confianza y serenidad. Llegará el final y estaremos en breve celebrando de nuevo la vida tal y como la conocimos.
Yo estoy en camino.