Lo de ser feminista es duro de narices.
Todo el día, a todas horas, tienes que estar haciendo un mitin en cualquier lugar para poner delante de los ojos de la gente realidades que parecen que son sólo una película de ciencia ficción cuyas protagonistas son las mujeres.
Durante mucho tiempo, si alguien te decía algo sobre tu cuerpo, te jodías, te aguantabas y sonreías.
Siéntete halagada, mujer, aunque por dentro te dé asco.
Bueno, pues quizás no tenga que estar validada constantemente por ti, cromañón, porque da la casualidad que esa validación del cuerpo sólo se produce cuando es el cuerpo de las mujeres.
¡Anda, qué casualidad!
Las feministas sois unas exageradas porque sólo ha sido un beso.
Comentan en los corrillos a voz en grito.
¿Perdona?
¿Sólo?
Entonces, no entiendo porque te pones así cuando “sólo” te roban el móvil, cuando eres víctima, “sólo”, de una estafa piramidal apoyada por el presidente de un país.
“Sólo” has perdido tu móvil y algo de dinero.
Estamos cansadas ya de “sólo”.
Muchas agresiones encubiertas por el “sólo” nos hacen añicos emocional y psicológicamente, porque sólo las sufrimos nosotras, que “sólo” somos la mitad de la población.
“Sólo” estamos hasta el moño, que llevamos algunas, de que nos traten como seres inferiores, de modo condescendiente y como si únicamente tuviésemos pájaros en la cabeza.
“Sólo” pedimos que empleéis la empatía, que os pongáis en nuestra piel por unos minutos y viváis lo que nosotras vivimos.
“Sólo” os pido eso.
¡Qué casualidad que no os pase lo mismo!
¡Qué casualidad que el beso no se lo dio el jefe a UN subalterno!
No, eso no sucede.
Si sucediera, se pondría en tela de juicio la hombría de los machos alfa.
¡Qué asco!
Quizás deberían existir más Borja Iglesias y menos Rubiales.
¿Cómo demuestra este último su posición de macho, de hombre, varón con “poder”?
Con la chulería del despatarre ante el magistrado en la sala de la Audiencia Nacional, por ejemplo. Marcando el terreno hasta que llega el jefe real y le baja los humos a él y a toda su cuadrilla de zascandiles.
Vamos a dejar de lado los “sólo” para darles la importancia que tienen, porque no fue “sólo” un beso, fue una agresión sexual.
Recomendación literaria: “El sentido de consentir” de Clara Sierra.