Hemos pestañeado y ya está apunto de terminar julio.
Se nos escapa el verano entre los dedos y no nos enteramos.
Por mucho que queramos y los días sean muy largos la vida cotidiana sigue y las vacaciones, en muchos casos, son tan cortas que nos saben a menos y nada.
Así que no perdamos ni un minuto más y sumerjámonos en un verano de chapuzones.
Date un chapuzón en la piscina, la playa, el río, la charca o una buena ducha fresquita al llegar a casa.
Pero sumérgete también en una buena conversación, en una de esas bonitas de las que apetecen tener. Entra de lleno en la lectura de un libro que te enganche, y si no te engancha déjalo y empieza otro. Disfruta de una noche de cine bajo las estrellas con olor a palomitas y a algodón de azúcar.
Déjate llevar por esas tardes calurosas que desembocan en noches cálidas llenas de música y baile. O de las que terminan ya cuando despunta el día.
Comienza esa relación a la que tantas ganas le tienes.
Ponle detalles a la que tantos años llevas cultivando.
Deja la que te das cuenta que no te está haciendo bien.
Déjate salpicar por la vida veraniega en la que al salir de trabajar te espera una terraza con amigos, tu hermana, tus padres o a solas con más tiempo que en invierno.
Déjate salpicar por las gotas que caen del cucurucho lleno de helado que se derrite con el calor de agosto, déjate salpicar por la pistola de agua que le compraste a tu hijo pese a que sabías que acabarías mojada.
Deja que fluya el verano, pero intentando no perder un instante.
Cánsate más de lo que habías planeado y que valga la pena tener ojeras por la mañana.
Sumérgete en un verano del que dentro de unos años recuerdes que te sacó risas y muchas sonrisas.
¿En que te apetece sumergirte a ti en verano?
