El misterioso origen de la Virgen de la Vega

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Virgen de la Vega Pilar Perez

Cada ocho de septiembre Salamanca celebra el día de su patrona, la Virgen de la Vega y el primer día de las Ferias de la ciudad.

Cuentan la Historia, la tradición y las leyendas que el cariño de los salmantinos por la Virgen de la Vega pierde el rastro de su origen en la antigüedad. Para viajar a este pasado misterioso tenemos que trasladarnos primero a lo que hoy es la Fundación Rodríguez Fabrés. Justo aquí existió una ermita en tiempo remoto. Algunos investigadores la datan en fechas anteriores a la repoblación, antes del año 1100. Pero nadie sabe quién la levantó ni por qué precisamente allí, en la vega del Tormes, un enclave solitario, alejado de lo que entonces era la ciudad de Salamanca. En aquellos tiempos y en aquella ermita solitaria se rendía culto a una Virgen a la que llamaban La Antigua.

Se vincula esta imagen y la ermita con la Cofradía de Nuestra Señora de La Antigua de los Hortelanos. El presbítero, Ignacio Calvo afirma, en el año 1900*, que aquella Nuestra Señora de La Antigua no era otra sino la Virgen de la Vega. Y añade: no se pudo averiguar si aquella antigua imagen desapareció por completo o está totalmente
encubierta bajo el ropaje de metal y pedrería que forma el exterior de la actual.

Lleve o no dentro de sí la Virgen de la Vega la secreta imagen de La Antigua, la tradición afirma que la bizantina Virgen de la Vega llegó a Salamanca desde Constantinopla. No se ha encontrado la menor documentación que lo confirme, pero es una historia que los salmantinos transmitieron de padres a hijos durante siglos hasta que así la hicieron constar los sucesivos historiadores de Salamanca.

Cuenta también el presbítero Ignacio Calvo, que aquella primera ermita en la vega del Tormes fue destruida durante la invasión musulmana. La Virgen de la Vega sobreviviría porque la mantendrían oculta en sus casas familias cristianas.

Aquella ruinosa ermita la ocuparon después los canónigos de San Agustín del Convento de San Isidoro de León, que en 1166 empezaron a levantar el Colegio de Nuestra señora de la Vega. Sobre los restos de la ermita construyeron una suntuosa iglesia y allí siguió rindiéndose culto a nuestra Virgen de la Vega.

El veintiséis de enero de 1626 la riada de san Policarpo se llevó por delante casas, conventos y muchas vidas, pero no tocó el colegio de Nuestra Señora de la Vega.

Sin embargo aquel monasterio y su suntuosa iglesia sí sufrieron los rigores de la guerra de Sucesión y de la guerra de la Independencia. Sobrevivieron unos pocos arcos que se conservan en la sacristía de la capilla en la fundación Rodríguez Fabrés. La virgen de la Vega se trasladó primero a la iglesia de san Polo, a San Esteban después, y finalmente a la Catedral.

Cuentan la Historia, la tradición y las leyendas que siempre que Salamanca estaba en dificultades acudía a su patrona. A ella se encomendaba en medio de las guerras, de las epidemias, de las sequías y de cualquiera de las calamidades que sacudían la ciudad. Los salmantinos caminaban en romería hasta la Iglesia de la Virgen de la Vega. Allí contemplarían aquella imagen dorada que había resistido a la invasión musulmana, a guerras terribles, a aterradoras riadas del Tormes, a cientos y cientos de años durísimos. Y quién sabe si aquella resistencia de siglos de aquella Virgen superviviente se contagiaría a los fieles, renovando sus ánimos y fortaleza para afrontar dificultades.

De lo que no cabe duda, porque está documentado, es que por los muchos favores obtenidos por intervención de la Virgen, en 1618 el Concejo hace voto y juramento ante ella y la toman solemnemente como patrona de la ciudad, aunque desde antes lo era ya en los corazones de los salmantinos.

Hoy, ocho de septiembre, celebramos un año más la festividad de la Virgen de la Vega. Si conocéis a alguna Vega no olvidéis felicitarla. Llevan el bonito nombre de una Virgen superviviente que regaló a Salamanca fortaleza y milagros para afrontar la vida tan difícil.

*El artículo del presbítero Ignacio Calvo puede consultarse en La Basílica Teresiana: Tomo III Epoca IV Año 36 Número – 1900 septiembre 15

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