Nuestra mente

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Poco a poco la salud mental se está haciendo un hueco en las conversaciones y debates.

Le prestamos más atención a lo que nos atormenta, a aquello que le damos vueltas inconsciente y conscientemente.

Aún no se habla ni se estudia lo suficiente. Todavía no tenemos buenas herramientas para cuidar nuestra salud mental. Herramientas que nos ayuden a evitar acudir a los fármacos que necesitamos cuando se nos escapa de nuestras manos el autocuidado.

Ya no es tan tabú como hace unos años, pero aún nos cuesta admitir que la ansiedad es una enfermedad y que la depresión no es sólo un bajón momentáneo en nuestra vida (entre otras cosas).

Hace años, cualquier cosa que se saliera de lo normalizado, en el caso de las mujeres, por supuesto, era catalogado como una “enfermedad de los nervios” que necesitaba urgentemente de un ingreso en un hospital especializado con un tratamiento concreto.

En este punto me viene a la memoria un capítulo de la serie “El Ministerio del Tiempo” en el que una de las protagonistas, cuando acude a su época, se encuentra con que su marido la quería internar en un manicomio, con todo lo que ello significaba, por ser una desviada al gustarle las mujeres.

Durante todo este tiempo nos han llamado (y lo siguen haciendo) desde histéricas hasta locas, pasando por exageradas y brujas.

Siempre han aludido a nuestra supuesta inestabilidad mental y/o emocional para atacarnos cuando nos salíamos de la norma o cuando exponíamos nuestra opinión contraria a la del varón.

En la actualidad, a nivel sanitario nos siguen tomando en consideración en menos medida cuando se trata de nuestra salud, de nuestras propias enfermedades.

Ya existen voces críticas que exigen dejar de lado el androcentrismo y tomar en consideración, de verdad, a las mujeres.

Nuestra salud mental, la del todo el mundo, es importante y tenemos que cuidarla de igual modo que tratamos de cuidar nuestra salud física.

Todo está conectado. Todo se encuentra unido.

No nos tiene que dar miedo hablar abiertamente sobre si estamos bien a nivel psicológico o no.

No nos tiene que avergonzar decir de forma clara que acudimos a una consulta psicológica. Del mismo modo que no nos avergüenza decir que vamos al centro de salud por un catarro prolongado en el tiempo.

Dejemos de emplear conceptos relacionados con la salud mental para insultar, humillar o minusvalorar a otra persona.

Nos da miedo lo desconocido. Es valiente quien lo admite y trata de informarse, de acercarse y entender.

Cobarde e insegura es aquella persona que se vale del insulto sobre la salud mental para ocultar su ignorancia.

Recomendaciones literarias:

Autor

Doctora en Derecho y Ciencias Sociales por la UNED, Licenciada en Derecho por la USAL, Máster en Derechos Humanos y Máster en Malos Tratos y Violencia de Género por la UNED. Técnica de proyectos en prevención y sensibilización en materia de igualdad, violencia de género y sexual.