Suicidio, un paso al abismo

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Cada mañana deambulamos por las calles como números de un código de barras. Multitud de gente a nuestro alrededor, sin ser capaces de percibir que muchos de ellos transportan una soga imaginaria en el cuello. No obstante, el suicidio sigue siendo una palabra tabú, tenemos tanto miedo a escucharla que erróneamente hacemos caso omiso a gritos de desesperación silenciosos que claramente imploran nuestra ayuda. Porque en la oscuridad de su mente, necesitan que alguien desate el nudo de la cuerda irreal que rodea su cuello.

Nuestros jóvenes los grandes olvidados, aunque es difícil de creer que un ser lleno de luz y de vida. Se encuentran muchas veces en un pozo sin salida, y también necesitan nuestra ayuda.

No quiere nadar.

No quiere respirar.

No quiere volar.

Y porque no meditar sobre sus miedos, lágrimas, problemas, preocupaciones y sus presiones internas. Esas que les dejan sin aire, sin saber canalizar las situaciones de su vida. Es entonces cuando yo les digo:

No puede nadar.

No puede respirar.

No puede volar.

Tras una apariencia normal, se esconden pensamientos que nadie escucha. Frente a nosotros está eso que intentamos no ver. El suicidio ahoga, es cruel. Normalmente, suele ser una decisión a la desesperada.

Nos escudamos pensando que es una decisión propia, ¡No es verdad! Todos ustedes han tenido que tomar decisiones en la vida y ¿opinan que las han tomado libremente?, NO. Todas ellas han sido influenciadas por su entorno, por sus emociones y sus miedos.

Son personas con una vida normal e incluso a veces sin problemas graves en el camino de su vida. Sin embargo, un día despertaron y decidieron voluntariamente apagar la luz de sus ilusiones. Buscando una paz que no es la acertada, esos diablillos que habitan en su interior fueron los que les mostraron que suicidarse era su paz. Y yo, me atrevo a lanzar una pregunta:

¿Qué es la paz?

La paz: es algo tan simple como cerrar los ojos y sentir tu alma, descansar, despertar de una fría noche y no sentir una angustia indeseada en el pecho.

La paz: es un conjunto de cosas que estabiliza nuestro interior, un sentimiento que nos llena de sueños por los que luchar, dejando a un lado las ganas de arrojar la toalla y apagar la luz de una vida.

Lo cierto es, que todos anhelamos «la paz» en el camino de nuestra vida. Un suicida también anhela esa calma y es justo lo que esas personas pretenden conseguir con el suicidio. En la visión de sus pensamientos no dan cabida a la posibilidad de encontrar la tranquilidad en su presente y tampoco en un futuro. Es por ello, que la van buscando en la muerte. Precisamente esos pensamientos negativos, esa angustia, es lo que intento atenuar con mis palabras.

No es un camino allanado, ni fácil. Y Yo, les pregunto.

¿Qué hay fácil en esta vida? ¿Qué valor tienen las cosas y cuanto cuesta conseguirlas?

Ayudemos a estas personas, incluso cuando no las conozcamos. Porque mañana pueden ser nuestras emociones las que se hallen impresas en ese papel.

Si alguna vez la luz del Sol se apaga en los senderos de su vida. Recuerden que «el mejor paso hacia atrás es el que aún no se ha dado».

Teléfono de la Esperanza (disponible las 24 horas, todos los días de la semana): 717 003 717

Autor

Almudena Merino nació en Barcelona. Sin embargo, reside actualmente en Salamanca, ciudad que la vio nacer como escritora. A pesar de su corta andadura literaria, la avalan varios títulos publicados: Reflejos de una sonrisa, Secretos de un alma callada y El escondite de una Rosa.