En el vacío de su alma inerte,
siente el corazón latir.
En el vacío de su cruel vida,
la llena verle sonreír.
Los surcos de sus arrugas,
siempre impregnados allí.
Las caricias de unos dedos,
consiguiendo así transmitir.
Un amor que nadie sabe,
que no se puede decir.
Pues sus cómplices miradas,
pueden llegar a herir.
En el vacío de su alma inerte,
ningún susurro quiere oír.
Porque solo el beso de un ángel,
puede hacerla revivir.