La sequía, ¿El fin de Europa?

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piedras del hambre
  • A raíz de las fuertes sequías que se han ido sucediendo por Europa a lo largo del verano, debido a las altas temperaturas, han aparecido las famosas “piedras del hambre”, especialmente en el Rin. Cada una con mensajes inquietantes sobre lo que se avecina. 

Antes de hablar de la sequía, si bien es cierto que es un problema grave. Cabe mencionar que llevamos un par de años malos por multitud de razones. Primero el Covid, luego la crisis energética y el rápido desgaste de los combustibles fósiles, al igual que la guerra en Ucrania y la inestabilidad política. Ahora incendios y sequía. Desde luego, todo esto parece sacado de un pasaje del Apocalipsis, más antes de salir corriendo como pollos sin cabeza o angustiarnos, porque esto parece el fin de los días, pensemos un poco en todo lo que el mundo ha sobrevivido. 

A la gente le gusta romantizar el pasado, época dorada donde la sencillez se encontraba. Sin embargo, del pasado también sacamos guerras mundiales, grandes plagas, genocidios, caídas de imperios y desapariciones de pueblos, mas sin embargo, aquí nos encontramos, porque sobrevivimos. La humanidad hasta la fecha siempre ha encontrado el modo de sobrevivir y avanzar, no sin sacrificio, no sin riesgo, no sin coste, pero avanzamos. 

De este modo, no podemos opinar que estos son el fin de los días o de la propia Europa. Al fin y al cabo, tal como Roma no cayó en un día, ni por una sola causa, nosotros tampoco tenemos porque hacerlo. De hecho, a pesar de que a los medios les suela gustar dramatizar para llamar la atención, tal y como he hecho en el título, ya se está actuando, porque tenemos la suerte de encontrarnos para bien o para mal en un mundo hiperconectado, que nos ofrece fácil acceso para recibir ayuda. 

Ya no se trata de una comunidad o ciudades en el Rin hace 400 años, donde los viajes de aprovisionamiento hacia otras urbes podían tardar varios días o semanas.

Lo que si cabe reconocer, radica en que las sequías son un problema grave, sobre todo debido a que durante años, se ha estado observando una tendencia, que ahora se ha hecho aparente, de que los periodos de sequía se están volviendo no solo cada vez más frecuentes, sino que se están alargando. Las previsiones ya estaban ahí, dichas por muchos miembros de la comunidad científica, y sus efectos nos han dejado a relucir las ahora famosamente llamadas “piedras del hambre”. 

Las piedras del hambre consisten en una serie de rocas situadas debajo de la superficie de los ríos, que los seres humanos en nuestro ingenio hemos utilizado no solo para documentar, sino para advertir de manera ominosa sobre los horrores que nos esperan si las vemos. 

Hay conocimiento de piedras con inscripciones tan antiguas como del Siglo XV, que son especialmente frecuentes en la zona del Rin en Alemania. 

En épocas antiguas, esa falta de agua era, comprensiblemente, un sinónimo de malas cosechas, escasez de alimentos, subida de los precios, corte de la navegación fluvial, bloqueo de las rutas comerciales y desde luego, hambre.

En la época actual, son sinónimo de grandes dificultades para mantener la forma de vida a la que estamos acostumbrados, al igual que de amplios costes en infraestructura para ayudar a expandir nuestras reservas hídricas y su conservación durante los meses más secos. Actividades que ya se están haciendo como resultado de este año. Lo que está claro, es que no solo nos espera un final de verano muy duro, sino también un invierno brutal, especialmente en el centro y norte de Europa, debido a la escasez y cortes energéticos. 

Algunos de los mensajes que incluyen son como estos: “Quien me vio, lloró”, “El que me vea, llorará”, “La vida volverá a florecer una vez que esta piedra desaparezca”. Antes de que empecéis, no podemos culpar a los alemanes por estos mensajes, nunca se les ha conocido por ser muy optimistas. Y en parte tienen razón, se avecinan tiempos difíciles si no somos capaces de contener las sequías y responder adecuadamente. El problema principal, actualmente, es que están paralizando el tráfico comercial fluvial de manera dramática, parando comunidades enteras y produciendo escasez momentánea de ciertos productos en ciudades europeas. Pero está claro, que un problema así se debe de ir solucionando, a pesar de que las soluciones a largo plazo tienen que ver con el cambio climático, y estas no son precisamente fáciles ni rápidas. 

Está claro que las piedras se deben ver como un serio aviso de que nos dirigimos en la mala dirección, teniendo en cuenta que también fueron vistas en 2018, pero cuando deberíamos preocuparnos seriamente, es cuando no veamos más piedras marcadas.

Autor

Grado de Publicidad y Relaciones Publicas en la Universidad Pontificia de Salamanca.