La Noche de las 7 muertes en La Alberca

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La Alberca - Sierra de Francia

Rondaba el año 1985, las calles estaban repletas de niños, las calles estaban mojadas ya que ese día había llovido muy fuerte. Como todas las tardes sonaron las campanas de las nueve de la tarde que indicaban que todos los niños debían volver a casa o algo terrible pasaría. Esa tarde como cualquiera sonaron las campanas, pero Lana y sus amigos estaban demasiado entretenidos jugando a la rayuela como para volver a casa.

Matías era el mayor del grupo y obligó a todos a volver a casa, supongo que él sabría lo que pasaría esa noche, pues era el hijo del alcalde. Matías era un chico misterioso, muy callado, parecía que ocultaba algo. Todos llegaron a casa puntuales. Lana subió a su cuarto para leer su nuevo libro de aventuras, que le había regalado su prima por su cumpleaños número 12. Al abrir la primera página sintió un mal presentimiento, como si algo no quisiera que abriera ese libro, así que ella cerró el libro y se durmió.

Pasaron las horas y un nuevo día llegó. Ese día el olor se sentía pesado, olía a cadáver, y era justo lo que había en las calles, cadáveres de cabra. Había exactamente siete cadáveres de cabra en cada calle, junto a estos unas pisadas de algo, algo que nadie sabía, algo que podría acabar con cualquiera que se topara con eso.

Ese día las calles se cerraron y pidieron que los habitantes no salieran de sus casas. Los trabajadores del ayuntamiento salieron a recoger todos y cada uno de los cuerpos.

Ya que los niños no podían salir a la calle todos estaban aburridos en sus casas, pues la mayoría no contaba con una televisión. Lana cogió su nuevo libro, y decidió leerlo, otra vez tuvo ese presentimiento, pero esta vez lo ignoró. Al abrir el libro todas las páginas estaban en blanco, como si alguien o algo no quisiera que Lana leyera lo que había en el libro. Lana decidió ignorar el suceso y solo dormir un rato.

Lo más extraño sucedió horas más tarde, cuando la luz se apagó en todo el pueblo. Las velas de la casa de Lana comenzaron a encenderse formando un camino que llevaba a una ventana que daba a la calle. En esta comenzaron a aparecer grietas brillantes en la calle, antes de que los lugareños se dieran cuenta las grietas formaban un nombre, Matías. Todos se miraron entre sí, y el pueblo fue reunido hacia la casa de este niño. Enfadados todos tocaron a la puerta. Estuvieron todos allí esperando a que el chico saliera, pero no salía así que derribaron la puerta. Dentro se encontraron a Matías y a su padre mirando unas extrañas criaturas metidas en unos tanques con un agua verdosa. Fue un día muy extraño.

Bueno os contaré la verdad. Yo soy Lana. Dijo la anciana mientras se quitaba el cráneo de cabra de la cabeza que cubría su rostro, dejando al descubierto los cortes en sus ojos.

Natalia Torres

Autor

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