Desidia en el Helmántico (y lo que no es desidia)

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Hace unos días hacíamos el balance del 2024 ‘medio llenando’ el vaso del Salamanca UDS que no era otra cosa más que el reflejo de la realidad. Tanto como los fríos números. Un ascenso a Segunda RFEF donde el equipo marchaba cuarto en puestos de play-off superaba con creces al ‘debe’ de algún ridículo deportivo y de las carencias en la parte administrativa.

Sin embargo, por muy optimista que algunos tratan de ser, a veces la realidad es testaruda y se empeña en quitarles la razón. Lo visto este domingo en el Helmántico es para que unos se lo hagan mirar y para que otros trasladen la desidia con la que abandonaban la grada del Helmántico a sus sofás y no volver hasta que el equipo haga acto de contrición.

Porque si hubo una sensación al término del partido ante el Escobedo fue, junto al cabreo monumental de la mayoría, la desidia, la complacencia y el convencimiento de que hay cosas que nunca van a cambiar en este Salamanca UDS que por cada una de cal da tres de arena y, así, es muy difícil sentirse algún día pleno.

Para que todo quede claro: Desidia viene definido en el diccionario como lo contrario a cuidado o diligencia. Es decir, negligencia, falta de cuidado, abandono, descuido, dejadez, holgazanería, vagancia, pereza, desgana, inapetencia, desinterés, abulia, incuria o boludencia.

Por eso no me gusta utilizar esos términos para los jugadores, aunque cada uno se lo aplique a lo que considere que vio. Yo lo voy a dejar en el estado que detecté en parte de la afición al salir del Helmántico.

Lo cierto es que el día comenzó ya enrarecido con la protesta contra la gestión en los aledaños. Tal vez no fuera muy grande, pero sí se trasladó a la ausencia que presentaba la grada de animación, lo que no quiere decir que vaya a servir para mucho. El resto de la afición (la mayoría, hay que reconocer), llegaba al Helmántico con esas ilusiones renovadas propias del comienzo de algo. Cuartos, un rival de la parte baja, cambios en la plantilla. Era el día propicio para que el conjunto blanquinegro (ayer, morado o lila o un tono similar) se diera un homenaje y se congraciara con la afición para coger carrerilla al menos hasta los ‘play-off’ de ascenso a Primera RFEF que, ahora y tal y como marchaba la clasificación al comienzo de esta segunda vuelta, debería ser el objetivo más inmediato.

Pero ni una cosa ni la otra. Y no quiero utilizar el término desidia para referirme ni a los jugadores ni al equipo, pues no quiero ni herir susceptibilidades ni que paguen justos por jugadores, aunque lo de ayer fue poco más o menos que un esperpento. Quizá en otros partidos se puede hablar de mala suerte, de fases o de lo que se quiera, pero lo de ayer, por parte del Salamanca UDS fue un despropósito en todos los sentidos. Y no digo que el equipo no mereciera más que, a lo mejor, por ocasiones, lo mereció. Es que ayer ni juego, ni efectividad ni nada. Sólo algún error que le costó caro ante un equipo, con todos los respetos, muy flojo.

De nuevo hubo jugadores en posiciones más que discutibles con una disposición como mínimo, un tanto extraña, hubo futbolistas a los que ni se le vio y lo de dar cuatro pases seguidos se convirtió en una utopía (y, aún así, el Salamanca UDS superó en ocasiones a su rival. Las tuvo claras y, probablemente, en cualquier otro partido hablaríamos de otro resultado). Sin embargo, el equipo charro no fue capaz de transmitir nada a la grada y lo que le transmitió mejor que no se lo hubiera transmitido. Quizá se contagiaron del ambiente frío del estadio. O quizá sea lo que tengamos y no tengamos tanto como creemos. Lo que está claro es que todo lo que podía ser ilusionante al cerrar el 2024 se trasladó a una especie de pesadilla ya conocida con el comienzo del 2025. Sin duda, es para hacérselo mirar y empezar a poner remiendos antes de que sea demasiado tarde. Para la ilusión siempre hay tiempo, pero también lo hay para el caos y para el fracaso y como lo que venga se parezca a lo de ayer, apañados estamos.

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.