Lo cierto es que iba a haber titulado este artículo como ‘El Salamanca UDS y los Héroes del Silencio’, pues lleva todo el día rondando en mi cabeza esa canción de Mar Adentro que dice que “y por fin he encontrado el camino que ha de guiar mis pasos”. No en vano, camino de que se cumplan dos meses del “desastre de Bergantiños”, el equipo charro parece haberle tomado el pulso a la competición (y a la Copa). Desde aquella debacle (1-5 en el Helmántico), han conseguido enderezar el rumbo, ir hacia arriba, acumular grandes resultados que le han aupado a los puestos de ‘play-off’ y pasar de ronda en Copa del Rey. Todo ello mostrando superioridad en muchas fases de los partidos, pero, sobre todo, dando la cara ante todos los rivales. En definitiva, compitiendo, que es lo mínimo exigible.
Ahora bien, nunca llueve a gusto de todos y, tras cuatro triunfos consecutivos, parece que alguno se marchaba con mal sabor de boca del Helmántico con un empate ante un histórico como el Compostela, equipo de una ciudad que sólo nombrarla ya trae buenos recuerdos a la hinchada blanquinegra. Además, por lo demostrado ayer por el cuadro gallego, por su buen posicionamiento, por su saber estar, todo indica que seguirá subiendo puestos en la tabla y que dará bastante que hablar esta temporada.
Pero sí, alguno se iba con mal sabor de boca también a tenor de cómo había ido el partido, pero ya se sabe, si había 3.500 en el Helmántico, había 3.500 lecturas del encuentro. Yo ya saben que intento no opinar porque siempre llega cualquiera que, futbolísticamente, puede descoser mis argumentos (otra cosa es analíticamente). El tempranero gol de un Caramelo en estado de gracia, el dominio durante la primera hora, el reponerse al empate con otro golazo de Caramelo, hacían presagiar algo mejor, pero los rivales también juegan y el Compostela no tiene pinta de ser mal equipo. Ahora está lo de la botella: ¿El Salamanca UDS bajó el ritmo o fue el Compostela el que le obligó a hacerlo? Para mí, con 2-1 en el marcador y tras cuatro triunfos, me parece hasta lógico que el conjunto charro contemporizara o tratara de jugar con la ventaja. Eran los gallegos los que iban por detrás y eran los que tenían que arriesgar, aunque es cierto, que, en esta fase de partido y hasta bien entrada la segunda parte (ya también con el 2-2 que, a la postre sería definitivo, en el marcador), daba la impresión que el Salamanca UDS no tenía capacidad de reacción, que es como si se hubiera venido abajo y que estuviera a merced de su rival. Enseguida todos pensamos que si le falta físico, que si este jugador está o no para la categoría, que si los cambios, que si los técnicos, que si el del carrito de los helados, etc.
Al fin y al cabo esto es fútbol y el fútbol no es sólo lo que se muestra en el campo. Es tertulia, es debate, es pasión, es amistad, es solidaridad, es contacto. El fútbol arrastra muchas otras cosas que hacen que pensar una cosa y la contraria en un breve espacio de tiempo tengan hasta cierta lógica.
Por eso, el Salamanca UDS debe valorar todo lo bueno que está haciendo, sobre todo, haber silenciado el terremoto que, en otras circunstancias, habrían supuesto las últimas salidas a nivel administrativo y, por otro lado, haber superado (aunque sea de momento) ese halo autodestructivo que le suele acompañar en los últimos tiempos. El equipo, al menos en el campo, ha reconducido su situación. Ahora es necesario que no se salga del camino encontrado, porque un rival de postín el miércoles en el sorteo copero, y un buen resultado el domingo en Pontevedra pueden desatar de forma justificada la euforia y recompensar a esa incombustible afición. Esperemos acontecimientos.