Le observo desde que empezara a manejarse en lo más alto del fútbol a principios de los 2000. Su puesta en escena como presidente del Real Madrid, dio un giro radical al fútbol nacional. El fichaje de Figo ocupó todas las portadas posibles, aquí y en el extranjero, donde la Liga Española siempre ha tenido un hueco muy importante, fundamental para su crecimiento, que hoy parece llamado a perder tras la marcha de algunas de nuestras figuras pero sobre todo ante el fantasma de una nueva crisis económica que sobrevuela a muchos clubes. El Barcelona, con una deuda ‘insoportable’ es el más claro ejemplo que no el único.
Florentino puso toda su gestión sabiendo de la grandeza del Real Madrid y que esa grandeza se tenía que trasladar a todos los confines del mundo. Así inició el fichaje de las más grandes estrellas del primer lustro de los 2000, hasta que se convirtió en un binomio que acababa rompiendo por el lado más débil, el del propio presidente que se veía obligado a dejar su cargo al no poder lidiar con tanto gallo en un mismo gallinero. Los éxitos estaban ahí, pero no la grandeza que se esperaba del plantel que había formado. Era un conjunto de divos que ganaban porque eran los mejores del planeta, pero faltaba conjunción. Florentino lo detectó, vio que no podía lidiar con todos esos morlacos y se apartó muy a su pesar.
Sin embargo, poco después volvía con la lección bien aprendida. Sin embargo, sabía perfectamente lo que quería y quería lo mismo que cuando llegó por primera vez, que la marca Real Madrid estuviera en lo más alto. Para ello tenía que acometer también fichajes del máximo nivel como el de Cristiano o el de Bale, ambos rompiendo el mercado, pero su gestión parece haber sido desde fuera, muy escrupulosa.
Por eso endeudar al club le produce sarpullidos al empresario. Sin embargo, hace tiempo que le noto preocupado, muy preocupado en lo económico. Están acometiendo las obras del Bernabéu, cifradas en 500 millones de euros. Supuestamente más o menos se tienen cubiertos los costes. Pero Florentino es consciente de que la coyuntura actual puede llevar al traste cualquier operación y endeudar al club y eso le preocupa y se le nota en sus escasas apariciones públicas, sobre todo después del varapalo que supuso el paso atrás en la implantación de la Superliga. Florentino sabe que es el futuro y no muy lejano. Sabe que una competición con los mejores es el mejor caudal para recoger los patrocinios más fuertes del mundo, pero para ello necesita la complicidad de los clubes y muchos de ellos viven subyugados a las venturas y desventuras de la UEFA y la FIFA y de los propietarios de sus Ligas. Éstos, para evitar tener una porción más pequeña del pastel, ponen mil trabas o buscan ser ellos los que dirijan esa Superliga. Pero son conscientes de que antes o después, este proyecto u otro similar saldrá adelante, porque es ley de vida salvo que queramos una regresión al pasado que yo noto en las últimas semanas, como si la Liga perdiera importancia a pasos agigantados.
Florentino se comió el sapo de la no Superliga. Encajó los directos a la mandíbula de Zeferin y de Tebas principalmente, pero es de los que esperan el momento. Ahora, ante el acuerdo de la LFP con CVC, no se ha andado con ‘chiquitas’ y ha dado orden de acudir a los tribunales. Es de los que actúa con tino. Despacito, pero con buena letra, que dirían nuestros padres. No da un paso en falso. Aguanta con el rifle en su posta hasta que sale la presa y cuando llega el momento, no hace prisioneros.