Ya no hay vuelta atrás. Noventa minutos (o ciento veinte) miden este sábado en La Eragudina el futuro del Salamanca UDS. O, lo que es lo mismo, serán la delgada línea roja que separará el éxito del fracaso. No hay más lecturas. Ganar supondrá seguir soñando. Perder será reconocer otro año más la dura realidad de otro fracaso marcado por una mala gestión. Porque, por muy duro que parezca, los últimos acontecimientos pueden conducir al éxito, pero no deben ocultar lo que se ha estado viendo durante todo el año.
La línea que ha llevado la gestión ha sido la de las últimas temporadas y sólo un giro en los últimos partidos ha permitido ir cumpliendo pequeños objetivos. Sin embargo, hay muchas cosas por enmendar. Entiendo que la gente diga que todos hacemos algo mal cada día, pero nosotros no apelamos al resto de la gente ni tenemos la realidad que conlleva tener (y querer a través de nuestras acciones) una legión de seguidores detrás. Porque si con algo hay que quedarse, sobre todo y una vez más, es con las ganas de la afición. Una afición que teñirá de blanquinegro La Eragudina. Volverá a ser uno de esos desplazamientos que la gente ansía y que forman parte de la historia de la entidad. Un servidor hace mucho tiempo que aparcó la euforia y ve las cosas con cierta lejanía. De hecho, apelar cada día a la épica, ya saben que me cansa un poco. Pero tengo que reconocer que es parte del fútbol y que hay gente que vive para ello y lo entiende como parte inseparable de su vida. Más de los que nos podemos pensar. Y ese es el tesoro de este club que, en unas horas, se citará con la historia. Como les dije el otro día, si el Salamanca UDS juega como debe y sabe, o lo que es lo mismo, como durante más de media hora de la primera mitad del partido de ida, no tiene que tener el más mínimo problema. Si se pierde en otras historias o le entran dudas, puede estar adentrándose en el camino del ridículo. Es decir, la clasificación del Salamanca UDS depende única y exclusivamente de sí mismo.
Pocas más opciones hay. El resto ya se mueven en el mundo de la especulación, que también forma parte del fútbol, por supuesto, pero es como en la semifinal de la Champions. Que sí, que el Madrid tiene algo especial y que si llega vivo a la parte final del encuentro, o si mete un gol, es un equipo capaz de darle la vuelta, pues es cierto. Pero lo normal es que de cien veces sólo llegue una vivo a esa parte final. Y punto. Todo lo demás sólo sirve para engordar el ego de los tertulianos televisivos y radiofónicos. Creo que es un ejemplo claro y espero que nadie piense que, con ello, desmerezco al Real Madrid. Simplemente basta con seguir la temporada de los dos equipos. Y eso que no pongo en duda ni un ápice la trayectoria, la historia y la capacidad del conjunto blanco. Pero negar la evidencia lo único que puede hacer es llevarnos a engaño. Viene a ser igual que dar al Manchester City de Guardiola (sí, de Guardiola) ya por campeón. Queda una final ante otro histórico y puede pasar cualquier cosa. Pero negar el favoritismo ‘citizen’ no tiene el más mínimo sentido. Hoy por hoy puede pasar cualquier cosa, pero es muy superior al Inter de Milán. Y sí, es el Manchester City de Guardiola, porque así lo fue las semanas antes a que su equipo eliminara al Real Madrid cuando se ponía en duda su capacidad y su trayectoria. Primero lo es porque su sello es innegable y segundo, porque aquellos que lo situaban en el centro esperando que fallara, ahora pretenden trasladar la atención a otras situaciones para restarle méritos al técnico de Santpedor. En la actualidad y desde hace años está en el Olimpo de los entrenadores, le pese a quien le pese.
Pero una vez hecho este inciso, volvemos a nuestro ‘mundanal’ fútbol, esperando que el Salamanca UDS siga doblando la curva y enderezando su mediocre temporada permitiendo a su afición alargar el maravilloso sueño que siempre es creer y vivir un ascenso. Como hemos indicado en otros artículos, cuando hablamos de una fase de ascenso, con eliminatorias, el pasado deja de existir por muy bien o mal que se haya hecho. Es el momento en el que los más pequeños tienen que retirarse a jugar para dejar paso a los mayores. Es el momento de los futbolistas de verdad. Es cuando hay que demostrar que se sabe, se quiere y se puede. Vamos, lo que ha hecho el Salamanca UDS en los dos últimos partidos. La eliminatoria la tiene encarrilada con el 3-1 de la ida, apoyos no le van a faltar con centenares de charros en La Eragudina. ¿Qué más necesitan? Permitan seguir soñando a su gente. Ahora toca lo fácil, así que no lo estropeen.