Recuerdo la manita del Bergantiños en el Helmántico en la primera vuelta de la competición. Con medio siglo a mis espaldas y horas y horas de fútbol disfrutadas, no recuerdo nada parecido. De verdad. Es el mayor ridículo que he conocido tanto al Salamanca UDS (que arrastra unos cuantos) como a la UDS. Hago esta diferenciación, porque creo que cada uno tiene derecho a hacer la interpretación que quiera. La mía la tengo clara, pero creo que me incumbe a mí y poco más. Como siempre digo, Salamanca dejó pendiente un debate sobre la UD Salamanca y, a partir de ahí se abrieron dos caminos que no tiene pinta de que vayan a converger jamás. Quise contar mis sensaciones, pero entendí que, en ese momento, no merecía la pena.
Dicho esto, procedemos a hacer un repaso de lo sucedido el último domingo en el estadio blanquinegro. Vamos a hablar sólo de lo deportivo, porque lo extra deportivo, que también hablaremos, hay que digerirlo primero, por mucho que ya empiece a cansar y a aburrir de tanto repetirse.
En lo deportivo, volvimos a ver la peor versión del Salamanca UDS. Ante el Llanera (¿perdona?), que, como digo otras veces, no es ni el Barça (o City) de Guardiola, ni el Milan de Sacchi, ni el Madrid de Carletto, el conjunto charro volvió a mostrar su peor versión. Y esa versión no es que sea mala, es que es horrible. Desanima al más optimista y desmonta cualquier ilusión en ver prosperar al equipo. Un equipo sin ideas, sin opciones reales de sacar algo positivo. Un equipo roto en menos de un minuto. No es que encajara un gol en menos de sesenta segundos, es que hasta el más tonto sabía que, a partir de ese instante, el conjunto charro se quedaba sin opciones de victoria, y no por tener un hombre menos, sino porque la experiencia acumulada esta temporada y las últimas nos indica la imposibilidad de hacer otra cosa.
Y me fastidia y mucho. Me fastidia porque sigo pensando que el equipo tiene muy buenos jugadores y me fastidia porque con cuatro cosas en el mercado invernal habrían hecho una plantilla del máximo nivel para la categoría. Una plantilla que se habría asegurado puestos de play-off sin despeinarse y que luego habría tenido opciones de subir.
Me fastidia porque lejos de mejorar con esas incorporaciones, el equipo se ha empobrecido y me fastidia porque se observa una dinámica más que peligrosa y no sólo la del aburrimiento, sino que ese aburrimiento vaya acompañado de malos resultados. Porque sí, los resultados, muchas veces, o casi siempre, tapan la mayoría de las cosas. Pero es que aquí, ni cosas ni resultados.
Pero me fastidia, sobre todo, por tener que escuchar durísimas opiniones sobre jugadores a los que aprecio y de los que tengo por seguro, son mucho mejor de lo que demuestran en el campo. Es más, me atrevo a decir, que cualquiera de los jugadores que no rinden en el Salamanca UDS o que tienen errores groseros, si estuvieran en otros equipos no los tendrían. No me pregunten por qué. No tengo pruebas de ello, pero tampoco me cabe la más mínima duda. No entiendo por qué algunos jugadores en el Salamanca están fuera de forma. No sé si es obsesión mía, pero es que a alguno incluso lo veo incluso gordo.
Llevo tiempo diciendo que cualquier futbolista que viene aquí sale siendo peor de lo que era, pero es una realidad. Pocos son los que prosperan tras pasar por el Salamanca UDS. Es más, salvo los superclase (que hace ya unas temporadas que no llegan), el resto salen de aquí no sé si peor, pero, como mínimo, pasan al ostracismo futbolístico.
No sé la razón, no sé los motivos, pero sí sé que lo que les cuento son hechos constatables, que los cada vez menos aficionados que van al Helmántico, no merecen. Es increíble que, a pesar de todo, siga habiendo un par de miles de salmantinos que cada quince días lo dejen todo para ir al estadio, pero parece todavía más increíble, que vayan con una esperanza de fútbol que se acaba quebrando a la menor. Señores responsables del Salamanca UDS. Les pido por favor que hagan las cosas bien. Y si no saben, o no quieren, tal vez sea el momento de echarse a un lado de verdad, o de dejarse ayudar… también de verdad.