Para los descontentos,
para las incrédulas,
para las madres y para las abuelas,
para el cuñado que de todo habla y nada sabe,
para el padre que se desvive por su descendencia o que entiende la paternidad de otra manera,
para el abuelo que cambió el pico y la pala por un “cayao”,
para quien trata de enseñar las letras o la tabla de multiplicar,
para quien escribe best-seller o escribe para sí,
para el titiritero que comparte escenario con la bailarina,
para el ganadero y la agricultora,
para la madre trabajadora dentro y fuera de casa,
para quien emigró y decidió regresar, para quien vino y optó por quedarse,
para quien vive en el pueblo o en una gran ciudad,
para quien ha estrenado la mayoría de edad,
para quien sigue luchando a pesar del desánimo,
para quien lo tiene todo “vendido”, pero quiere más,
para quienes acaban de llegar a este mundo y para quienes piensan que pocos son los telediarios que les quedan,
para quien hace cuentas para llegar y para quienes las hacen para conocer lo que han ganado,
para el acomodador y quien vende las entradas,
para quien se dedica al noble arte de la cultura en cualquier de sus formas,
para toda la ciudadanía, en general, va este mensaje:
absolutamente todo va contigo, no mires para otro lado, porque lo que le suceda a la persona que tienes al lado, te va a repercutir a ti. Mira de frente y actúa. No calles. Grita.
Recomendación musical: “Eso que tú me das” de Pau Donés