Tengamos más o menos poder…tengamos más o menos dinero…en la existencia humana lo único verdaderamente democrático que tenemos es que el tiempo es igual para todos: ricos, pobres, poderosos, Premios Nobel, dictadores y misioneros. El tiempo por el cual hemos venido a este mundo es finito. Por tanto, lo que queramos proponernos realizar tiene que estar enmarcado en ese espacio temporal del que disponemos. Desde que nacemos tenemos un tiempo limitado. De cómo lo aprovechemos, podremos sacar más o menos partido.
También es cierto, que no es lo mismo nacer en Angola o en Sudán que en España o Italia. Pero esta es otra lotería, que no vamos a cuestionar hoy.
Por tanto, lo que debes procurar es aprovechar al máximo las diferentes oportunidades que se te van presentando en la vida.
Consciencia del tiempo y eficacia personal
Siendo consciente de tu limitación del tiempo de que dispones serás más efectivo en tus decisiones y acciones. Desde el momento que te das cuenta de la importancia que tiene administrar bien tu tiempo y cómo organizas tu vida, desde el simple día a día, hasta esos proyectos que tienes en mente y quieres llevar a cabo, vas a estar en mejores condiciones que otras personas para disfrutar de una vida plena y auténtica, porque si bien no puedes controlar el tiempo del que la naturaleza te ha bendecido, en cambio sí puedes aceptar la realidad de tus limitaciones con cabeza y establecer un orden de prioridades, o sea, en cierto sentido controlar tu vida.
¡Tu tiempo que sí puedes controlar no es el que recibes al nacer, sino el que organizas como adulto para poder tener esa vida de plenitud a la que referíamos! Por ello, tus decisiones serán siempre importantes, porque de ellas depende el despilfarro o el aprovechamiento que hagas de tu tiempo finito.
Cosas que tienes que considerar
Lo primero que debes hacer es admitir sin ningún tipo de complejos ni vacilaciones, que muchas cosas que te propongas hacer, finalmente no las harás (no importa ahora en este punto del análisis si no las has hecho porque no se dio la oportunidad, porque fue una decisión tuya, porque fue algo en lo que no te aceptaron, etc.). ¡Da igual! Muchas cosas no saldrán y punto. ¡No debes desanimarte por ello! O sea, que de lo que nos hemos perdido no podemos estar “llorando todos los días” y ponernos un peso en la nuca que nos esté hundiendo y quitando energía para afrontar todas las otras cosas que sí podemos realizar.
Por tanto:
– Debes concentrarte en disfrutar de las pequeñas cosas también, no solo esas grandes que te propusiste realizar. Estas son las pequeñas porciones de experiencia para las que debes dedicar tiempo. Y te aseguro, por experiencia, que en el 90% de las veces, son las que depararán alegrías y satisfacciones.
– Desde ya que debes liberarte de la carga del arrepentimiento por lo que has hecho mal y de aquellas oportunidades perdidas. Te recomiendo que leas mi artículo “EL FARO DE ALEJANDRÍA: Lo que debes hacer para liberarte del peso del arrepentimiento”.
– Incluso cuando eres consciente de lo que pierdes, verás que serás más exigente y cuidadoso en tus próximas elecciones que hagas de cómo administrar tu tiempo y cuidar tus prioridades. Les darás más valor.
– También tendrás que enfrentarte a muchas dudas sobre qué decisiones tomar, pero esto es normal. Dudar es humano y razonable.
¿Cuál es tu reacción típica?
Frente a tanta inestabilidad que ves en el mercado, en la sociedad en general, especialmente en tu actividad laboral, incluso aunque tengas un pequeño negocio, ¿qué es lo que haces? Trabajas más tiempo y tratas a su vez de encontrar tiempo para hacer otras cosas que te apetecen, pero el tiempo no es elástico. El tiempo es finito. Nos quedamos sin tiempo. Incluso nuestros hijos no tienen suficiente tiempo. Trabajar más tiempo ya no es trabajar. Se te puede convertir en una auténtica tortura.
Por ello, debes equilibrar entre el esfuerzo de trabajo que es necesario que hagas (sea para mantener tu puesto de trabajo o que tu negocio siga marchando bien), pero acompasándolo lo mejor que puedas con esas otras cosas que te hacen disfrutar de la vida: tiempo con los tuyos, viajes en familia, practicar un deporte, etc. También, empezar con un hobby que te atrae desde hace años pero que hasta hoy mismo no has tenido la oportunidad de hacer. Es el momento en que debes darle una oportunidad. Porque si sigues esperando, no lo iniciarás nunca y te arrepentirás de ello en el futuro.
Cómo debes administrar tu energía
¿Recuerdas aquello que aprendiste en el Instituto de que la energía no se pierde, sino que se transforma? Pues bien, tu energía la puedes utilizar de una manera más eficiente, o sea, aprovecharás mejor ese tiempo limitado que tienes.
¿Cómo vemos la energía aquí en este punto? Cómo la que usas y renuevas de manera constante dándote la capacidad de realizar un trabajo. O de practicar un deporte. Pero en definitiva se trata de administrarla, no desperdiciarla. Si toda la energía que tienes la usas en el trabajo, poca te restará en tus otras actividades de ocio y personales (especialmente con los tuyos).
Todos tenemos el derecho a vivir una vida mejor
No es la cantidad de horas que vas a invertir en cada cosa que haces lo que determina el valor que creas, sino también la energía que aportas a cualquier hora en la que trabajes. De ahí que el aforismo que dice que “no es la cantidad de años de vida que hayas vivido sino cómo los has vivido”, es el mejor consejero que puedes tener respecto a cómo priorizar de ahora en más tus actos, tus decisiones y tu futuro.
¿Sabemos canalizar la energía para aprovechar mejor el tiempo?
Nuestras fuentes de energía (las que poseemos cada persona) están interconectadas, vamos a ver cómo impactan unas con otras, o sea, la parte física, la emocional, nuestra actividad mental y la espiritual:
- a) Si te atienes a la energía física de tu ser, sin duda es el fundamento de que te sientes vivo. Por ejemplo, si no duermes o descansas lo suficiente, no vas ni a rendir, ni a pensar claridad para tomar decisiones. Qué decir entonces de saber aprovechar el tiempo. Es evidente que lo estarás mal gastando.
- b) En cuanto a la energía emocional, debes hacerte esta pregunta: ¿cómo te sientes cuando te das cuenta que estás rindiendo al máximo? Seguro que te sientes alegre, con cierto bienestar interior que te produce satisfacción, te sientes incluso poderoso, que todo lo controlas y que estás aprovechando el tiempo. En términos generales, das por supuesto tu estado emocional, aunque no lo es, ya que el componente principal es la consciencia. Entonces, te aseguro que si sabes lo que sientes (que tienes plena consciencia de ello) puedes aprovechar muy bien ese estado, no desperdiciando tiempo en cosas que no te aportan nada, excepto a las que no puedes renunciar por tu propia responsabilidad: laboral, familiar, etc.
- c) La energía mental es la manera en cómo canalizamos la energía que poseemos. Casi siempre toda esa fuerza energizante que tenemos está amenazada por los pensamientos negativos que nos hacen dudar de lo que pensamos, de las acciones que hacemos, de las decisiones que hemos postergado para más adelante, etc. En principio no tenemos mucha fuerza de voluntad para resistir la cantidad de estímulos que recibimos. Lamentablemente, es tal la cantidad de inputs (tanto positivos como negativos) que recibimos a diario, solo en nuestros dispositivos móviles, que nos distraen y nos desconcentran de aquellas cosas en las que realmente debemos centrarnos.
- d) La espiritual es la energía que nos hace responder al “por qué”, el sentido y el propósito. Cuando crees en algo, puedes hacer mucho más. A veces estamos muy concentrados y amamos lo que hacemos, estamos muy conectados (dimensión espiritual) pero esto nos puede llevar al agotamiento porque no cuidamos lo suficiente las otras dimensiones.
¿Sabes que tiendes a no cambiar ninguno de tus comportamientos?
La pregunta que debes hacerte es ¿por qué no has cambiado ninguno de tus comportamientos? Puede deberse a diferentes razones:
– Que estés tapado de trabajo y no tengas un minuto para pensar (mejor te diría que no te ves con la tranquilidad de sentarte cinco minutos a reflexionar). Cosa que te aconsejo que hagas. Seguro que te habrá ocurrido en más de una ocasión, que cuando por fin te paraste a pensar sobre una cuestión, te diste cuenta que de haberlo hecho antes (días e incluso semanas) hubieras ahorrado mucho tiempo porque habrías corregido la manera en que estabas haciendo las cosas. ¿Y sabes a qué se debe el por qué has demorado tu momento de reflexión? Siempre…inexorablemente se debe (aunque tú no lo admitas) a ese miedo natural que todos tenemos al cambio. A que no vamos a hacer bien lo nuevo que tenemos por delante, a pesar de que somos conscientes de que hay que corregir, pero nos está faltando la decisión (la energía mental) para hacerlo.
– Si el tiempo de trabajo y la manera en que lo administras (no muy bien) te tiene atrapado, es una razón básica para que no sepas cómo cambiar, qué hacer para impulsar ese cambio que necesitas en tu vida.
– Estás en dudas sobre los beneficios que tienes actualmente (los valoras quizás demasiado) con la actividad que desempeñas y te es muy difícil renunciar a ello, porque te queda cómodo, incluso tu cerebro (está probado científicamente) está a gusto con la repetición (lo automático), aquello que no te produzca ningún interés en el cambio.
Eres un ser humano que por naturaleza tiene el poder de la adaptación
Una de las primeras definiciones que doy en los cursos y seminarios sobre Inteligencia Emocional, es que cuando explico qué es la inteligencia digo: “es la capacidad de una persona para adaptarse a su entorno”.
Pero quiero que sepas que tenemos también tendencia a adormecernos, a quedarnos inmóviles en nuestra zona de confort. Por tanto, te aseguro que las personas somos adoptadores perfectos a cualquier situación. Nos amoldamos. Pero una de las formas en que nos adaptamos es que dejamos de sentir. Y aunque te parezca mentira, estamos compartiendo nuestra existencia diaria con máquinas, ordenadores, big data, y una cantidad ingente de tecnología y robótica, así como inteligencia artificial, que en principio nos facilitan la vida.
Ejecutamos una cantidad de programas a través de las aplicaciones que la tecnología nos brinda, pero, de hecho, no somos computadoras, sino personas con esa actividad mental, física, emocional y espiritual. Esta es la diferencia. Esta es la consciencia que no tienen ni los ordenadores cuánticos ni las naves que exploran el espacio. En todo caso, el tiempo de todos estos artilugios tecnológicos los hemos programado nosotros: hombres y mujeres con consciencia del tiempo, aunque lo empleamos mal en nuestra vida cotidiana.
De ahí que resulta un poco paradójico que cuando tenemos más tecnología para disponer que como hemos dicho nos facilite la vida, usamos peor el tiempo, porque seguimos no dedicándonos a nuestro propio disfrute y descanso personal, especialmente ese tiempo que requiere la familia. Y la segunda de las paradojas que se presenta respecto de la tecnología que se supone nos ayuda en las tareas cotidianas (esto es un dato de la realidad que no cuestiono, porque la tecnología es una gran ayuda), es que cuánta más capacidad de comunicación tenemos con todos nuestros dispositivos móviles estamos más desconectados personalmente (no hay contacto humano), y lo peor de todo, que se ha dejado (no todos lo hacen) de valorar la conexión humana física porque lo híbrido y lo remoto están dominando no solo mercados y maneras de trabajar, sino nuestras propias costumbres diarias a nivel personal.
Para rendir al máximo, debemos equilibrar el gasto de energía con la renovación intermitente de energía. Es tan evidente, pero esto es lo que hacemos menos. Nuestra respuesta automática frente a la carga de trabajo es trabajar más, pero tenemos que aprender a hacer algo contrario a la intuición: ¡trabajar menos! Trabajar con inteligencia.
¿Qué piensas si una persona en la oficina dice que lo está haciendo muy bien y se siente relajada en el trabajo?
Cuántas veces habrás participado en alguna conversación en la que se hacía referencia a determinada persona de la cual se cree que no trabaja demasiado. ¿A qué se debe este tipo de comentarios? A que estamos convencidos (tenemos la falsa creencia) de que cualquier persona que se toma sus tiempos de relax y/o descanso no trabaja lo suficiente, en cambio, si trabajas como un loco significa que eres una buena persona llena de méritos. Menuda injusticia para determinar si una persona es o no valiosa. Descansar no es incompatible con trabajar y esforzarse lo suficiente para hacer un buen trabajo.