EL FARO DE ALEJANDRÍA: Cuando la música es la protagonista de la defensa de la dignidad humana

- en Firmas
Vedran Smailovic

Justamente en este 2022 se cumplieron 30 años de la proeza épica del chelista de Sarajevo. Ocurrió en mayo de 1992, que surgió la música y la férrea voluntad de un intérprete de violonchelo de elevar la dignidad humana a los cielos entre las bombas que caían en Sarajevo.

Seguramente que te pasa lo mismo que a mí, que ya nos hemos olvidado que aquí en Europa hubo una Guerra terriblemente trágica y destructiva en la ex Yugoslavia, que se llamó la Guerra de los Balcanes, en la que se cometieron atrocidades como violaciones de mujeres y asesinatos de civiles inocentes sin ningún tipo de freno ni contemplación.

Para ponerte en tema, te voy a relatar lo que ocurrió para catapultar a la fama universal al chelista de Sarajevo.

Lo que sucedió el 27 de mayo de 1992

Una de las pocas panaderías de Sarajevo que aún tenían harina, seguía repartiendo pan entre la gente hambrienta y abatida por la guerra. A las 4 de la tarde había una larga fila en la calle. De repente, un proyectil de mortero cayó en pleno centro de la misma y, con una explosión de carne, sangre, huesos y escombros, mató a 22 personas. Pero a pocos metros del lugar vivía un músico de 35 años llamado Vedran Smailovic, que hasta antes de la Guerra de los Balcanes, había tocado el chelo en la Ópera de Sarajevo, y al ser testigo desde su ventana del tremendo poder destructivo, no pudo más que romper su silencio y hacer lo que mejor sabía: música en el propio campo de batalla.

Pero ahí no acabó su función heroica, ya que a partir de ese momento que le marca para siempre, Smailovic empezó todos los días durante los 22 que siguieron, a las 4 de la tarde, a cumplir con su rutina: se ponía su traje de gala, tomaba su chelo y caminaba en medio de la batalla que se peleaba en torno a él. Colocando una silla de plástico junto al cráter dejado por el proyectil, tocaba en recuerdo de los muertos el Adagio en sol menor de Albinoni, una de las piezas más tristes e inquietantes del repertorio clásico. Su música era un llanto al mismo tiempo que un homenaje para las víctimas, pero especialmente un llamado al mundo para detener la barbarie. A pesar de que a su alrededor había edificios destrozados, incendiados y el olor a muerte por doquier, el seguía tocando su música mientras la gente aterrada se escondía en los sótanos al mismo tiempo que caían las bombas y silbaban las balas.

Smailovic se manifestaba así en defensa de la dignidad humana, los muertos de la guerra, la civilización, la compasión y la paz.

Smailovic por un milagro del destino salió ileso de los bombardeos y cuando esta noticia recorrió el mundo, un compositor inglés, David Wilde impresionado por lo ocurrido, compuso la obra solo para chelo que llamó “El chelista de Sarajevo” en la que dejó más que su impronta, la profunda indignación al mismo tiempo que la fraternidad que compartía con Smailovic.

Este relato forma parte de tantos otros que gente de la cultura, caso de Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn que fue un escritor e historiador ruso y Premio Nobel de Literatura de 1970, que tuvo el mérito de ser un feroz crítico del socialismo soviético, contribuyó a dar a conocer el Gulag, con su monumental obra “Archipiélago Gulag” que era el sistema de campos de trabajos forzados de la Unión Soviética en el que él estuvo preso desde 1945 hasta 1956. Sean escritos o actos como el de Vedran Smailovic, nos conmueven y nos hacen reflexionar sobre la tremendamente salvaje condición humana, que lamentablemente en los últimos diez meses durante este 2022 estamos viendo en la Guerra de Ucrania y la aparición de fosas comunes en varias ciudades ucranianas dónde lo que hay son cadáveres de civiles inocentes asesinados sin piedad alguna.

El emotivo encuentro del autor de la música “El Chelista de Sarajevo” y el propio chelista de Sarajevo

En el Festival Internacional de Chelo en Manchester, Inglaterra, que se trata del encuentro que cada dos años se hace de los más distinguidos chelistas del mundo y otros apasionados de este instrumento —lauderos, coleccionistas, historiadores—, en el que se celebran seminarios, recitales, etc. y cada noche aproximadamente son 600 las personas que asisten a un nuevo concierto, en el de 1994, en la noche de inauguración el programa constaba solamente de obras para chelo.

Una de esas interpretaciones – la otra sería una sorpresa – estaría a cargo del mundialmente famoso Yo-Yo Ma, músico nacido en París en 1955, que es un violonchelista y multi-instrumentista franco-estadounidense, de padres de origen chino, que a los cuatro años de edad estudió violín y viola antes de aprender violonchelo. Fue uno de esos niños precoces que destacan en la música a una edad muy temprana. Esto lo ha llevado a ser galardonado a lo largo de su vida con numerosos premios y distinciones (entre ellos varios Grammy), habiendo grabado numerosos discos y por supuesto que también ha actuado en los teatros y óperas más grandes del planeta. Es considerado uno de los mejores violonchelistas del mundo.

Esa noche Yo-Yo Ma toca la nueva obra “El chelista de Sarajevo” y al final de una magnífica interpretación en la que pasó de la estridencia y fuerza al silencio final, todo el mundo enmudeció en la sala. Cómo ocurre cuando una interpretación del músico deja sin palabras y sin aliento ante la grandiosidad de la música y ante las emociones que provoca. Pero justo al finalizar su interpretación, Ma miró al público y extendió la mano para llamar al escenario a una persona que estaba entre el público. Un escalofrío electrizante recorrió a todos al darse cuenta de que era Vedran Smailovic, el mismo chelista de Sarajevo en carne y hueso, ahí en el auditorio como un asistente más al concierto.

Entonces Smailovic se levantó y caminó por el pasillo mientras Ma dejaba el escenario para ir a su encuentro. Se dieron un efusivo abrazo. Toda la sala irrumpió en un emotivo y estruendoso aplauso. Se escuchaban gritos y vítores. Y en medio de todos estaban aquellos hombres que, abrazados, lloraban sin reserva.

Y a pesar de estas historias que nos reconfortan, lamentablemente existen nuevos hechos terribles, como la actual e infame Guerra de Ucrania, que aprovechamos a hacer un reclamo a los líderes sensatos del mundo a que se llegue a una negociación, que, aunque no satisfaga a ninguna de las partes, siempre será mejor que la muerte y la destrucción a la que Rusia está sometiendo a un país soberano y en especial, desparramando el sufrimiento injusto del pueblo ucraniano.

Tenemos que aprender de estas lecciones de humanidad como la del Chelista de Sarajevo y como lo hizo a su forma Smailovic en Sarajevo, porque entendió que lo único que no se puede devaluar es la vida humana.

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