Quiero vivir aunque habites dentro de mí

- en Firmas
vivir

Este es el pensamiento de muchos jóvenes con VIH que viven las consecuencias de la desinformación que hoy en día hay sobre las ITS (Infecciones de transmisión sexual). Sé que puede resultar extraño leer esto, pero es la verdad.

Hay etapas de nuestra vida inevitables, como son:
La adolescencia, juventud y la madurez.
Etapas que, a causa del desconocimiento del VIH, nos regalan reveses como es esta enfermedad. Sin embargo, aunque, a veces, he visto temor en sus miradas, también he visto la esperanza de querer seguir viviendo con una normalidad que muchas personas no aceptan, no son niños, pero el juguete de su vida parece que se ha quedado sin pilas y no debería ser así.

Tenemos la mala costumbre de juzgar a las personas, con juicios en ocasiones injustos. La culpabilidad nunca fue buena compañía, hace mella en nuestra alma, en nuestra mente y la sociedad no ayuda a que ese sentimiento sea diferente.

Escuchan la palabra SIDA y es el principio de un rechazo generalizado por parte de la sociedad e incluso de su entorno. Algo que puede desembocar en una depresión del usuario que lo padece. Sin darnos cuenta, que quizás mañana puede ser nuestro hijo/a quien por un desafortunado error se vea en esta situación.

Vivir en silencio, ¿por qué?

¿Por qué tienen que sellar sus labios?
¿Por qué tienen que vivir callados?

Acaso no tienen derecho a vivir, a formar una familia, a besar. Ellos pueden y quieren, pero no se atreven a hablar mucho en público de su enfermedad, algo lógico. Tienen miedo a ser rechazados y quedarse solos en este extraño camino de la vida.

Cuando nada cambia, excepto su salud que se convierte en un laberinto oscuro del cual es difícil salir, pero siempre hay una salida, una luz. Pueden convivir con total seguridad como nuestros amigos, solo necesitan la llave de nuestro corazón. La libertad de poder elegir.

Es el principio de un sendero incierto, donde sus pastillas no son caramelos, pero para ellos son como dulces imprescindibles, que anulan la vida de un virus sin compasión. Un virus que combaten a diario, con una esperanza común y es que algún día muera; que abandone su cuerpo.

Hay muchos tópicos que no son ciertos, como que ya no pueden besar. ¡Qué barbaridad! No es tan fácil contagiarse. Pero al no tener el poder de la información en nuestras manos, nos inundan los miedos y como consecuencia discriminamos a personas usuarias de esta dolencia, sin percibir su tristeza.

No son un producto que investigar, me reitero, son: personas.
No es una noticia agradable, ni esperada, su corazón se llena de temores que de repente pasean en su interior sin pedir permiso.

Sus rostros palidecen, al sentir en su vida diaria, exclusión que sufrirán a partir de ahora por parte de la sociedad.

Perderán amigos, familiares, injustamente y aunque ensalzaran cosas que desconocían o no hacían uso de ellas, como es la empatía, la solidaridad, la humanidad, saben que su vida va a cambiar para siempre.

«No borres de tu vida la esperanza, un adiós en ocasiones no es para siempre»

Autor

Almudena Merino nació en Barcelona. Sin embargo, reside actualmente en Salamanca, ciudad que la vio nacer como escritora. A pesar de su corta andadura literaria, la avalan varios títulos publicados: Reflejos de una sonrisa, Secretos de un alma callada y El escondite de una Rosa.