50 años se han cumplido en este 2022 de la alternativa del Niño de la Capea y Julio Robles, los dos colosos charros que, en pleno reinado de Santiago Martín ‘El Viti’, hicieron tambalear los cimientos de la feria de Salamanca hasta
convertirla en una de las mejores de España.
Taurinamente y con estilos diferentes en ellos estuvo el reflejo de las dos Españas, el blanco y el negro, el norte y el sur… Porque la raza, listeza y ambición del Niño de la Capea –derivada a partir de los años 80 en una interpretación templada, elegante y poderosa tenía su contraste en el estilismo de Julio Robles, fundiéndose ambos en un contrapunto que llenó de pasión los ruedos durante dos décadas, gracias a una rivalidad sin tregua cuyo epicentro estuvo en Salamanca, aunque extendido a otros puntos y que permaneció vivo hasta 1988. Ese año, el de la gloriosa retirada del Niño de la Capea torean juntos por última vez..
La semilla del capeísmo y el roblismo se siembra a finales de la pasada década de los 60. Por entonces, en los ambientes taurinos de la capital del Tormes, comienza el runrún que traen dos novilleros sin caballos que empezaban a dar tanto que hablar y de los que se auguraba un brillante porvenir. Consolidado El Viti en lo más alto de la Tauromaquia, en esos tiempos, Salamanca, contaba con una atractiva baraja integrada por Paco Palláres, José Luis Barrero –ya en su final de matador–, Sebastián Martín ‘Chanito’, Víctor Manuel Martín, Flores Blázquez y un jovencísimo Juan José acababa de tomar la alternativa y su nombre estaba en las ferias… cuando un menudo muchacho llamado Pedro Gutiérrez Moya, que ha dado sus primeros pasos en La Capea, situada en el barrio de Chamberí, empieza a revolucionar a la afición gracias a su entrega y capacidad. Pronto se anuncia como El Niño de la Capea y tras triunfar en distintos cosos menores de su región castellana, no tarda en hacerse con un nombre en dos significadas plazas que lo ven arrollar en las novilladas sin caballos. Ambas con el mismo nombre: Vista Alegre, la madrileña del barrio de Carabanchel y la de Bilbao, permitiéndole hacerse con un nombre para alcanzar eco nacional ya desde esos momentos.
Julio Robles, por su parte, se hace en La Fuente de San Esteban –localidad en la que reside y a la que llegó con apenas 3 años de edad– bajo el cuidado y las enseñanzas de un maestro de lujo, el torero Paco Pallarés, quien dirige sus primeros pasos hasta dejarlo en las manos de Paco Gil, un importante taurino que es yerno de Florentino Díaz Flores –apoderado del Viti– quien le hace un magnífico lanzamiento de novillero, alcanzando el lugar más alto del escalafón inferior para tomar una alternativa de lujo.
Ellos, en este momento especial del 50 aniversario de la alternativa hicieron florecer la feria de Salamanca hasta convertirla en una de las mejores de España. Y además crearon una apasionante rivalidad que, si era menester, la sangre llegaba al Tormes.
Paco Cañamero – Revista Lances de pluma y pincel – 11 de septiembre de 2022.