Con extrema elegancia
y educación exquisita
aceptó el hecho cierto
de que él ya no la quería,
o de que si la quería,
no era en la forma
y en los términos
que ella necesitaba.A partir de entonces
comenzó el proceso inexorable
de descomposición y derribo
de todos los sueños
que tejió con esperanza
y paciencia infinitas
durante años.Necesitaba espacio,
tiempo para sanar
y un electroencefalograma plano.