La Iglesia parroquial de Santa Elena se construyó en el siglo XVI, aunque la portada principal, el pórtico con su gran venera tallada y el camarín transparente de la capilla mayor se rehicieron hacia 1728.
De su interior, de nave única, destaca su techado a dos aguas donde aún puede apreciarse en parte de su decoración una labor mozárabe desapercibida. Sin embargo, es su retablo mayor presidido por Santa Elena, patrona de la localidad y tallado en el siglo XVIII con estilo churrigueresco, lo que sorprende a vecinos y visitantes.
Pero la Iglesia de Santa Elena nos descubre restos de una construcción románica del siglo XII o XIII, de la que se reutilizaron distintos elementos para su construcción. Entre ellos, restos de muro, fragmentos decorativos en las columnas de la tribuna, algunos modillones con figuras humanas que sobresalen en lo alto de la torre o una sorprendente escultura en piedra de estilo gótico que se encuentra embutida en uno de los arcos que atraviesa la nave principal, y que representa a un rey o un guerrero, con una cruz y globo en las manos, y que probablemente perteneció a un sepulcro ya desaparecido.
El coro y la sacristía son posiblemente obra de Martín Navarro en 1548, hay también restos románicos del siglo XII. En el siglo XVIII se realizan diversas reformas; Agustín Vargas en 1724 realiza la portada y en 1736 Andrés García de Quiñones se ocupa del pórtico y el camarín de la capilla mayor. La iglesia alberga una talla del Cristo de la Piedad, crucifijo del siglo XIV o XV en tamaño natural junto al Cristo de la Misericordia. En el siglo XVI, se modificó el interior con dos arcos transversales. En el interior se encontraba un retablo de Santa Ana, obra de Alonso de Carrera, pero en la actualidad solo se conserva la imagen de Santa Ana. Junto a estas estatuas hay unos lienzos barrocos destacando el que representa a San Ignacio de Loyola y a San Francisco Javier obra de Antonio de Mora y Baraona.
