El pasado jueves 11 de agosto publicábamos el artículo “Cómo sacar partido a un test de inteligencia emocional”, en el cual profundizábamos en la importancia que tiene que las personas tengan una consciencia de sí mismos, dejando una serie de peguntas típicas de los test de inteligencia emocional.
Y te proponíamos lo siguiente: “A fin de conocer si tienes una consciencia de ti mismo razonable, a continuación, resuelve el test en sus Partes A y B, para que, si te tomas el trabajo de hacerlo, nosotros también nos tomaremos el trabajo de hacer una primera evaluación a partir de una serie de respuestas habituales. O sea, en el próximo artículo daremos respuestas (podrán coincidir mucho o poco con las que tú te has dado) pero te servirán junto a las explicaciones que daremos, si estás más o menos bien encaminado en la gestión que haces de tus emociones”.
Por tanto, vamos a cumplir con lo prometido y despiezaremos pregunta por pregunta del test, que creemos te serán de gran utilidad para comprender en profundidad uno de los aspectos esenciales de la inteligencia emocional, como es la consciencia de uno mismo. Hoy haremos el análisis de la primera de las preguntas de la
PARTE A
¿Qué tan consciente eres de tus emociones o estados de ánimo que cambian de un momento a otro?, para la cual tenías cuatro opciones de respuesta. Vamos a ellos:
– Nunca
Si tu respuesta ha sido “nunca”: es que no le das valor a tus emociones, aunque sí sabes que como a cualquier persona, las tienes y te condicionan tu estado de ánimo. Estás subestimando el valor emocional en tu forma de actuar y también de pensar.
– Rara vez
Si tu respuesta ha sido “rara vez”: es que tienes consciencia de que realmente tus emociones y estados de ánimo pueden cambiar más o menos repentinamente según sean las circunstancias, pero que no le das la importancia que tienen finalmente en tu conducta (cómo actúas, respondes, hablas, etc.) y en tu pensamiento.
– A veces
Si tu respuesta ha sido “a veces”: sin duda que es algo que te preocupa en cuanto a qué papel están jugando tus emociones en tu vida personal y en el trabajo, además de que tienes consciencia plena del rol que juegan en los cambios de ánimo. Aunque, el hecho de que de vez en cuando pienses en ello, no es garantía suficiente de que tu nivel de consciencia está respondiendo a la realidad de cómo son tus emociones y estados de ánimo.
– Siempre
Si tu respuesta ha sido “siempre”: evidencia que tienes un elevado nivel de consciencia sobre tus emociones y sentimientos, así como que están muy atento a tus estados de ánimo y tendrás cuidado en que no cambien abruptamente (para peor) por ejemplo, en caso de que haya algo que te haya irritado (comportamiento de un compañero de trabajo) o que haya sucedido un inconveniente a nivel familiar, como es que uno de tus hijos esté con fiebre, aunque no sea grave, pero que va a complicar el ritmo diario en casa porque habrá que adecuarse a esta situación, al menos durante los dos días que el niño tenga fiebre y hasta que se recupere.
Algunas cuestiones que deberás tener en cuenta al respecto de esta primera pregunta:
1º) Si eres capaz de elegir el estado de ánimo que más se adecua a una situación en la que estás en ese momento, sin duda es una de las habilidades de la inteligencia emocional. Porque cuando eliges el estado de ánimo correcto puede ayudarte a controlar cualquier situación en la que te encuentres. Te ayuda a tomar el control y de no dejarte llevar ni por el enojo (menos aún la ira) y que además no te suba ese nivel de ansiedad y estrés, ya que sentirás que puedes controlar la situación.
Debes recordar que gestionando bien tu estado de ánimo + un estado mental sereno, es la ecuación perfecta para que siempre estés transitando el camino del éxito. Y la clave está en que podemos influir sobre cómo nos va, pero a esto hay que sumarle algo más que podemos hacer: nos influye (mejora) nuestro estado mental. O sea que hay una correlación directa entre nuestro ánimo y los pensamientos positivos que podamos tener. Es esa sensación de que eres muy consciente de lo que sientes y entonces conviertes emociones positivas en pensamientos también positivos.
Por tanto, la primera lección que debes aprender es que los estados de ánimo tienen una gran capacidad para influir sobre cómo nos va en cada situación que se nos presenta. O sea, el ánimo son las emociones que sentimos y nuestro estado mental son los pensamientos e ideas que acompañan ese estado de ánimo.
Lo vas a comprender mejor si recreamos una situación muy común que es la de practicar deporte, pero en este caso, como hacen muchas personas, competir en equipos por un trofeo determinado. No es una liga profesional, pero es tal el entusiasmo que todos los miembros de los equipos ponen que parece una liga en toda regla. El deporte de nuestro ejemplo: tenis
Y llegó la final de la copa municipal y se enfrentan dos equipos en dobles. Pero veamos cómo está el estado de ánimo del tuyo (en el que compites). La final es al mejor de tres sets.
Supongamos que el estado de ánimo es de INSEGURIDAD, esto significa que el equipo rival (al menos en tu mente y sentimientos que albergas en ese momento) piensan que puede llegar a ser mucho mejor y que tal vez vosotros (tú y tu equipo) no sean lo suficientemente buenos para vencerles.
Supongamos por contario, que el estado de ánimo sea de IRRITACIÓN, esto significa, por ejemplo, que tú estás convencido (al menos en el último tiempo) que este tipo de competiciones te ponen nervioso, te quitan tiempo e interfieren en tu vida social.
Pero supongamos que el estado de ánimo es de SEGURIDAD Y CONFIANZA en vosotros mismos (el equipo en su nivel de juego), porque a tenor de los últimos partidos y entrenamientos, sabes y tus compañeros también, que pueden dar lo mejor de cada uno y es muy probable entonces que tú y tus compañeros puedan llevarse la copa de esta final.
Por supuesto, es muy probable que logres (tus compañeros también) un mejor desempeño con el estado de ánimo y estado mental en este último supuesto de SEGUIRDAD Y CONFIANZA. La cuestión es si has dejado que tu estado de ánimo del primer supuesto (INSEGURIDAD) o del segundo supuesto (IRRITACIÓN) controlen la situación y afecten tu desempeño y el del equipo. Afortunadamente, puedes elegir cambiar tu estado de ánimo.
¿Es posible elegir el estado de ánimo? ¿Tenemos esta facultad de control?
La importancia de conocernos bien a nosotros mismos es una poderosa herramienta para saber identificar nuestro estado de ánimo. Por ejemplo, sabes que en media hora hay una reunión de departamento en la cual hay que presentar resultados. Tu humor no está siendo el más indicado (experimentas cansancio físico por los últimos días de esfuerzo) y también un cierto cansancio mental, especialmente afectado por tu preocupación (tus sentimientos te van indicando el camino) sobre la reacción posible del director de departamento y también de la dirección general que estará presente, sobre cómo ha ido la gestión del último semestre.
O sea, tienes una predisposición negativa respecto al resultado de esta reunión, por ello tu ánimo está serio, circunspecto y con una carga de pensamientos negativos. Pero la buena noticia, es que lo sabes, sabes cómo estás y cómo te sientes porque tienes un elevado nivel de conocimiento de ti mismo (tu nivel de autoconsciencia) que es el que te permitirá ese cambio de humor que necesitas para la reunión y la interrelación con los demás, especialmente para cuando tengas que exponer tu parte.
Te has dado cuenta de lo que estás pensando y sintiendo. De esta manera puedes decidir si necesitas cambiar tu estado de ánimo a uno que se adecue más a tu situación, o si ya crees que tiene el estado de ánimo que mejor se adecue a las circunstancias, más serio o menos serio, más preocupado o menos preocupado, más tenso o menos tenso. La cuestión es controlar la situación porque eres perfectamente consciente de ello.
Por tanto, debe quedarte claro que, para identificar tu estado de ánimo, debes detenerte a pensar qué estás sintiendo y por qué. También puedes recurrir a poner estos sentimientos en frases que te dices a ti mismo como “no me encuentro muy bien en este momento” o “me invade una sensación de tristeza y derrota”, que las puedes expresar en voz alta o en silencio o incluso a una persona de tu entorno.
Una vez que has identificado tu estado de ánimo, tienes que aceptarlo para recién poder intentar cambiarlo. Aceptarlo significa comprender la situación por la que estás atravesando y el por qué te ha afectado emociones y pensamientos. En este caso, la reunión de departamento es un factor fundamental que está alterando todo tu ser, y lo peor, que hace días que tiene a mal traer. Todas las emociones son aceptables y comprensibles. Pero no tienes que aferrarte a sentirte de esa manera. Date cuenta de tu estado de ánimo y luego elige modificarlo. La buena noticia: es que puedes hacerlo.
Entonces, eres perfectamente consciente de que vas a transformar rápidamente y buscar ese estado de ánimo, un sentimiento de alivio porque sabes que has trabajado duro, que siempre has tenido confianza en ti mismo, por lo que cuando lo analizas detenidamente y con una perspectiva histórica de tu desempeño, te das cuenta que en realidad no tienes que temer. Gozas de un buen prestigio en la empresa. Por tanto, esos sentimientos que te frenan hay que cambiarlos convirtiéndolos en un estado de ánimo de seguridad, positivismo e ilusión. De esta manera estarás logrando algo importantísimo: tener la capacidad de entrar en ese estado de ánimo que necesitas para esa circunstancia particular en la que te encuentras.