Lo que me acercó al yoga

- en Sociedad
yoga

Mi amistad con el yoga viene desde hace mucho y, a decir verdad, nunca pensé que se iba a convertir en una relación tan estrecha, y mucho menos que se convertiría incluso en mi forma de vida en cierto sentido.

Hace unos cuantos años, yo era una persona muy joven, insegura y demasiado confiada. Voy a explicar esto mejor. Mi vida era la de cualquier persona joven con veintipocos. Recién salida de la carrera, con trabajo, viviendo en una ciudad sola y con muchos amigos para salir los fines de semana, y entre semana, también.

Desde hacía algún tiempo me venían sucediendo episodios de desmayos pero que se alargaban en el tiempo. Digamos uno cada muchos meses. Hasta que esto se volvió demasiado frecuente, ahí me asusté verdaderamente. No sabía que hacer, mi vida se daba la vuelta porque literalmente perdía el control y terminaba en el suelo en cualquier parte, en cualquier lugar, en cualquier momento.

Con el tiempo esto desembocó en una ansiedad muy potente que incluso me llevaba a tener mareos. Esto me hizo comenzar a tener fobia social y miedo hasta de salir sola a la calle por si me daba un desmayo en plena calle. Por aquella época las crisis eran frecuentes, era un día a día de estado de alerta continuo.

Después de varios años visitando a médicos, sin ningún diagnóstico, bueno un cardiólogo sí que me dijo que eran simples lipotimias y que cuando me pasase pues que me acostase en el suelo y elevase las piernas, me pillase donde
me pillase; igual que los militares cuando van a un desfile y están de sol a sol, sí, me puso ese ejemplo. No sin terminar diciendo que «hombre, eso sí, si te pasa en el medio del mar (señalando un póster que tenía detrás donde
había mar), eso ya es otra cosa«. Todo eso a una cría de 24 años que no sabía gestionarse emocionalmente, agüita. En resumen, salí de allí con más miedo del que entré.

La cosa fue a peor, desmayos cada dos semanas y ansiedad elevada por 100, y todo lo que eso conlleva. Tuve que empezar a tomar ansiolíticos (aguanté tiempo sin tomarlos hasta que no pude más), que es lo primero que te dan cuando vas al médico de cabecera, porque claro, “es que los desmayos te los provocas tú”, ¡venga, más carga encima!

A los 4 años de estar viviendo todo esto llamé a mis padres angustiada y llorando después de una noche entera de no poder dormir, diciéndoles que no podía más y que necesitaba que me llevasen a un médico que me pudiera ayudar de
verdad, porque sabía que algo no iba bien y no era yo (en cierto sentido).

Acabé en urgencias, llorando, desesperada, decepcionada y contándole todo a una enfermera maravillosa. Ella, me dijo mirándome con pena «lo que te sucede, es que estás agobiada, voy a intentar ayudarte«.

Me envió a dos residentes de neurología, y cuál fue mi sorpresa cuando, en 5 minutos tras contarles mi historia, se miraron entendiéndose entre ellos y dijeron «epilepsia«.

Yo quedé extrañada, no había pensado en eso, igual había que confirmarlo, así que, me enviaron a una Neuróloga, me hicieron pruebas, ingreso y sí, mis desmayos se debían a una epilepsia de síntomas vegetativos, en los que la persona pierde la consciencia y puede sufrir desmayos, o incluso relajación de esfínteres, como me sucedió en un par de ocasiones. Todo un trauma para como yo era en aquel momento.

Uno de estos episodios fue en una reunión familiar de un amigo. Por aquel entonces ya estaba con mucha ansiedad y llena de fobias. Nunca dejé de trabajar y esforzarme por vivir de forma aparentemente natural, porque sabía que si dejaba de trabajar y tener una rutina la cosa iría a peor.

Decidí visitar a un psicólogo de la seguridad social de mi pueblo y me intentó ayudar, estoy muy agradecida. Lamentablemente el sistema sanitario no va bien y me podía ver solo cada dos meses. Así que empecé a ir a un privado y estuve un año. Sentía me que ayudaba, pero llegó un momento en el que me di cuenta que era dar rodeos sin encontrar la solución, de hecho caí en depresión y estuve unos meses medicándome, porque literalmente no podía más con mi vida y no sabía que más hacer. Se me quitaron las ganas de vivir, fue muy duro.

Un amigo una noche me dijo » tía, eres súper buena cría pero me da la sensación de que te falta coger las riendas de tu vida«. Y que razón tenía, pero en ese momento no lo supe ver. Mi inseguridad afloraba por todos los poros. Así que, viendo que lo que hacía no daba resultados, empecé a cambiar de sistema.

Me apunté a un gimnasio, en el que en cada clase lo pasaba mal por miedo a si me desmayaba en medio de tanta gente que no conocía, típico de la ansiedad, intentando estar cerca de una puerta por si tenía que salir pitando Nunca pasó, la ansiedad es así, estás pensando en los posibles “y sis” todo el tiempo. Cuando terminaba la sesión me sentía bien y tenía ganas de volver, ¡maravillosas endorfinas!

Y así durante unos años, dejé de salir tanto por la noche y centrarme más en mí y en mi interior, ver solo a mis amigos reales, muchos se quedaron por el camino y ahora doy gracias también por eso, ya sabéis, en las buenas está
todo el mundo pero cuando alguien no está bien…ya la cosa cambia. De verdad, gracias igualmente, ahora y desde hace años dedico mi tiempo a las personas que de verdad quieren estar conmigo y yo con ellas, y esto ha sido
un gran aprendizaje.

El yoga llegó como un complemento a todo el deporte que hacía (o así lo pensaba yo). Iba al gimnasio, corría, hacía bici y necesitaba estirar un poco. Para ese entonces la ansiedad había bajado el nivel gracias a comer bien, el deporte, mejorar mis relaciones sociales con personas más conscientes y una relación de pareja que entendía mi situación, ya que él también tuvo una época con ansiedad que le enseñó bastante.

Acabé mudándome a un pueblo donde actualmente vivo, mi empresa de aquel momento hizo un ERE y estaba sin trabajo. En casa de mis padres no me encontraba cómoda y fui liándome un poco la manta a la cabeza pensando que prefería que las cosas con mi chico salieran bien desde el principio, no quería perder el tiempo, la verdad, y me fui a vivir con él, la convivencia es maravillosa para demostrar esto como sabéis.

Empecé a practicar yoga de forma autónoma, no tenía clases cerca y lo que había no me gustaba. Más tarde nos mudamos a una ciudad por trabajo, Murcia. Y allí estuve haciendo yoga con una amiga que daba clases un día en semana y yo seguía practicando también de forma autónoma.

Al cabo de un tiempo, decidí formarme como profe. Los beneficios eran increíbles. Lograba estar más tranquila, disfrutaba de esos momentos solo para mí, para indagar dentro… La meditación fue la mejor herramienta de todas. Me di cuenta que esto era mucho más, era un estilo de vida. Tanto bien me aportó que al final lo hice mi forma de vivir.

Desde hace años vivo de nuevo en el pueblo (al que me mudé con mi pareja), tengo mi estudio y comparto yoga con una comunidad increíble. No puedo estar más agradecida por todo lo que me ha traído esta decisión. Bienestar físico,
emocional, aprender a conocerme, a parar antes de proceder, ganar coherencia y equilibrio.

Eso sí, todo eso acompañado de una buena alimentación, meditar mucho, rodearme de personas buenas, equilibradas, sanar relaciones familiares, sociales, conmigo misma … en definitiva…El Yoga no es magia, pero sí que es una filosofía de vida increíble. Cada vez somos más yoguis por algo.

Solo puedo agradecer al universo que me haya ido guiando por todos los baches del mundo que tenía para mí, para llegar a entender que es lo que tenía que cambiar y mejorar. Gracias ansiedad a ti también, me has ayudado mucho, ahora ella es un poco mi «brújula», cuando aparece… sé que hay algo tengo que trabajar.

Espero que mi historia os inspire y sobre todo os pueda servir, si no para ti que la lees, para entender a alguien que tengas cerca que puede estar pasando por algo parecido. Las personas con ansiedad se sienten incomprendidas en muchos momentos, y necesitan apoyo.

Gracias a todos mis apoyos, ya de paso, que no habéis sido pocos. Ahora acompaño y guío a otras personas que
necesitan un empujón, examinando cuáles son sus bloqueos, también con mucho yoga, meditación y herramientas que sé que funcionan, con mi propio método. En definitiva, ayudo a generar consciencia y a que te des cuenta de lo poderosa que eres. Estoy alineada con mi propósito de ayudar a los demás y no hay nada mejor para alejarte de la ansiedad o el estrés que estar enfocada haciendo lo que realmente te gusta.

Gracias por darme este espacio para poder expresarme y que esto pueda servir para otras personas.

«Que todos los seres, en todas partes, sean felices y libres, y puedan los pensamientos, palabras y acciones de mi propia vida, contribuir de alguna manera a la felicidad y la libertad de todos.» Lokah Samastah sukhino Bhavantu

Por Ana Serrano. Profesora de Yoga especializada en Meditación por la Organización Internacional de Yoga, Yogaterapia y Ayurveda y en Biomecánica aplicada al Yoga por el IBY.

Autor

Equipo de redacción de NOTICIAS Salamanca. Tu diario online. Actualizado las 24 horas del día. Las últimas noticias y novedades de Salamanca y provincia.