Aquella mirada clavada en su rostro,
cálida, tenue y enamorada a la vez.
Silencios que ellos mismos provocaban,
cuando sus almas mostraban nitidez.
Una dulce y bella complicidad incierta,
suspiraban sin poder respirar.
No entendían lo que su corazón sentía,
ambos solo se querían amar.
Aquella mirada clavada en su rostro,
su sonrisa dedicaba a su andar.
Con amor él colocaba sus cabellos,
en la lejanía amaba su caminar.
No era un sueño cruel y pasajero,
ni un retrato al óleo que pintar.
Era una niña muy tímida y callada,
un amor que no quería olvidar.
Aquella mirada clavada en su rostro,
nublaba su dorado despertar.
Nunca tuvo celos de su linda niña,
ahora celaba hasta las suaves olas del mar.