El pasado sábado 20 de agosto publicábamos “El análisis sobre el test de inteligencia emocional”, que continuamos hoy en su Parte II.
La pregunta que analizamos hoy es ¿Sabes qué te hace sentir triste, enojado, asustado y avergonzado de vez en cuando?
¿Qué significa si respondes nunca?
Que en cualquier situación en la que te encuentres, que haya sido motivo de tu tristeza, o de tu enojo, o también haya provocado que te asustes y que aflore un sentimiento de vergüenza, estás afirmando que nunca jamás sabes por qué te inundan tu estado de ánimo estos sentimientos. También es un indicador que o no le das importancia alguna a cuando entras en un estado de ánimo en el que aflora alguno de estos sentimientos, o que en realidad no te importa ni conocerlos, menos analizarlos.
¿Y si respondes “rara vez”?
Es que sin duda te ha preocupado bastante en algún momento, una situación que se ha producido (sea en el trabajo, o familiar, o con un amigo) en la que, por ejemplo, tu enojo lo has podido identificar claramente, porque está muy directamente relacionado con el disgusto producido con una discusión que no ha terminado bien, por ejemplo, con un compañero de trabajo.
Lo que sí es cierto, es que, aunque haya sido muy esporádicamente, eso que decimos “rara vez”, es indicativo de que en un momento concreto de esta sucesión de acontecimientos que te han llevado al enojo, también tristeza y por qué no impotencia, has sido altamente consciente (has tomada una gran consciencia de ti mismo respeto a una situación que te ha afectado), y has llegado a conocer las razones de tu estado de ánimo y sentimientos.
Cuando te sucede a veces
Es que estás muy pendiente de las situaciones tanto personales como laborales, pero no solo tuyas, sino de tu familia, de tus compañeros de trabajo, te preocupa el bienestar de todos ellos, no te agradan ni las discusiones ni los malos entendidos, y quieres estar en buena sintonía y relación con los demás. Tu nivel de autoconsciencia es elevado, te explicas siempre a ti mismo por qué te invaden esos sentimientos de tristeza, enojo o temor. Controlas muy bien tus estados de ánimo.
En el caso de que siempre sepas qué te sucede con estos sentimientos
Puedes estar tranquilo porque has llegado a un nivel de autoconsciencia muy elevado, que te facilita la convivencia diaria con los demás, porque no vas a estar todo el día preguntándote qué es lo que me ha querido decir este compañero, o este familiar, ya que te comunicas bien y de manera directa, no te preocupa expresar tus sentimientos, aparte de querer saber por qué se están produciendo y cómo están afectando tu estado de ánimo. Digamos que vives en una buena armonía contigo mismo. Evitas suspicacias y malos entendidos. También influirás en las personas de tu entorno a que quieran mejorar en cuanto a controlar sus respectivos estados de ánimo, porque verán en ti una naturalidad tremenda en cuanto a cómo gestionas las emociones.
Vamos a profundizar un poco más sobre el papel que juegan estas emociones
No tiene que hacerte sentir mal reconocer que algunos de estos sentimientos, tales como que te sientes triste, o enojado, o también un poco temeroso (una situación que te preocupa en extremo y tienes miedo en enfrentarte a ella) o también experimentar ese sentimiento molesto de estar avergonzado. Pero son sentimientos naturales de nuestra condición humana. Queramos o no reconocerlos, conviven con nosotros y se manifiestan en determinadas circunstancias, pero siempre hay un elemento estimulador o, por el contrario, depresor, que los modifican.
O sea, que en lo que venimos profundizando sobre esa necesaria autoconsciencia que nos permite gestionar mejor las emociones y generar a su vez pensamientos positivos, los sentimientos de esta segunda pregunta del test de inteligencia emocional, están muy directamente vinculados a los cambios (como sosteníamos en el artículo anterior) de nuestro estado de ánimo.
Pongamos, por ejemplo, cuando tenemos que hacer la visita anual al médico, un chequeo, que en general (podríamos decir que más del 80% de las personas) siempre les pone nerviosas este día, sea por el motivo en sí de la visita al facultativo, como del tiempo que has tenido que dejar de trabajar (medio día o tomándote el día entero, según sea lo que tienen que hacerte (estudios) en dicha visita. Y el tiempo de espera enoja a cualquiera, o sea que experimentarás cierto malestar por las demoras, pero al mismo tiempo estarás preocupado por el resultado del día. Siempre ese pensamiento de que el médico que te revisa no encuentre nada de que preocuparte. Al menos una de cada cinco personas que visitan al médico tienen estas quejas o sentimientos similares. A veces, por ninguna razón aparente, la gente se siente ansiosa, irritable, o triste.
Estados emocionales que son normales y acordes a nuestra naturaleza humana
Los problemas emocionales que sufrimos las personas ante situaciones dolorosas, como la salud de un familiar muy cercano, o problemas en nuestro trabajo, son sentimientos normales. No tenemos que sentirnos raros por experimentar estos sentimientos de miedo, por ejemplo, en el caso de una enfermedad de un miembro de nuestro núcleo duro familiar; tampoco deberemos resistirnos a manifestar un sentimiento de profunda alegría, por ejemplo, por el nacimiento de un hijo, por haber culminado un proyecto profesional que es el pasaporte para un contrato muy importante que influirá en nuestra vida en los próximos cinco años. Aún, siendo sentimientos positivos, pueden provocar una gran ansiedad, y consecuentemente, cambios en nuestro estado de ánimo. Lo que sí es cierto, es que según sea la causa que los provoca, y también, según reaccionemos frente a lo que nos suceda, sea bueno o malo, será un indicador claro del tiempo que convivirá dicho sentimiento en nuestra vida.
Impacto en el presente que puede condicionar nuestras acciones en el futuro
También, pueden tener, independientemente del tiempo que lo experimentemos, más o menos impacto en nuestra vida diaria, pero muy especialmente en cómo encaramos el futuro. Nuestras expectativas del día de mañana, del mes siguiente o de los meses siguientes. Lo que sí tenemos que tener cuidado, es que estos sentimientos negativos que nos están incrementando el nivel de estrés, que nos colocan en una posición de ansiedad que nos afecta el estado de ánimo, el descanso, las ganas de comer, o que nos afecta porque no nos concentramos en nuestro trabajo, al hacerse estructurales pueden terminar afectando nuestra salud física y mental, lo que puede llevar a que dicho estado nos lleve a una depresión que puede durar meses, incluso, en no pocos casos, hay pacientes de depresión que tienen que ser tratados durante años.
Estoy triste y enfadado sin saber por qué
No te ha sucedido alguna vez que te has sentido triste y enfadado sin saber por qué. No terminas de entender qué es lo que te ha llevado a esta situación de sentirte así, tan molesto, incómodo contigo mismo, de no poder disfrutar ni de los momentos de descanso. Tal vez esto tenga una explicación más sencilla de la que crees.
Cuando tienes uno de estos días en los que la tristeza te abraza y te atrapa, en la que además se suma una sensación de enfado inexplicable, sin duda es una combinación bastante tóxica, que si le sumamos la falta de motivación, el desánimo o quizás también la apatía hacia comprender un poco la realidad que estás viviendo, puedes entrar sin habértelo propuesto en una espiral de disconformidad, falta de motivación, molestia anímica por todo, eso que decimos coloquialmente “que todo me molesta”, que “no te aguantas ni a ti mismo”. El resultado, es que te afecta no solo la salud, sino también los objetivos que te habías propuesto. Baja tu rendimiento porque te sientes cansado. Esa sensación de impotencia. Eso que dices en estas circunstancias “no voy a ser capaz de llevarlo a cabo”, por ejemplo, respecto a una nueva responsabilidad que te han asignado.
Sensaciones que nos resultan familiares
Lo que a veces nos desespera, es que una sensación nos resulta familiar pero no sabemos por qué la estamos teniendo. Y esto nos hace sentir rabia e impotencia. Quisiéramos que en estos días negros (que todos los tenemos alguna vez), se diluyeran rápidamente o que nunca nos aparecieran en nuestras vidas.
¿Por qué ocurre este fenómeno?
Emociones negativas como el enfado, la rabia o la tristeza, tenemos la tendencia a esconderlas, o a evitarlas, o lo que es aún peor, tragárnoslas en una suerte de mal hábito (de esconder bajo la alfombra) pero que si no abordamos como se debe este tipo de manifestaciones que nos altera, nos va consumiendo un sentimiento de impotencia, también de culpa, al que se le suma esa “falsa diplomacia” de que no queremos que ni nuestros compañeros o las personas más próximas (familia) se percaten de cómo nos sentimos.
El esfuerzo de querer aparentar que estamos bien cuando en realidad no es así, es malo. Forzamos la máquina (nunca mejor dicho) y estamos exigiéndonos demasiado a nuestra mente, porque le vamos alimentando de más pensamientos negativos. Una cara para nosotros y otra para los demás.
Pero lo que sí debemos advertir hoy, es que por algo tenemos este sentimiento de tristeza y enfado. Que debe de haber un por qué, ya que toda emoción, cumple una finalidad.
Se ha producido una modificación biológica, porque ha operado la química en nuestro cerebro. Los estresores detonan una respuesta emocional en el cuerpo con la ayuda de neurotransmisores (sustancias químicas cerebrales que transportan mensajes) y hormonas. Así pues, la química cerebral es tan responsable de nuestras emociones y de sus tipos de estado de ánimo como los son los sucesos que nos ocurren en la vida.
Pero como nuestra naturaleza humana es sabia, lo que pretende nuestro cerebro no es otra que la de facilitar nuestra adaptación a cada uno de las diferentes circunstancias que nos tocan vivir diariamente.
La tristeza, por ejemplo, nos alerta de que algo ocurre y de que nuestra obligación es detenernos, bajar el ritmo y favorecer una adecuada introspección donde tomar decisiones. En definitiva, hasta las propias emociones negativas cumplen un objetivo que debemos conocer y asumir.
A tal punto nos llevamos sorpresas con el tema de las emociones, que cuando una persona creía que estaba triste, aunque no reconocía ninguna causa objetiva que le llevase a este estado, termina finalmente con un diagnóstico severo de depresión. Lo que venía arrastrando durante medio año y le parecía tristeza se convirtió en un estado ya mucho más grave y que requiere atención clínica psicológica.
Pero es que además, se da no en pocas ocasiones, que personas que van a las consultas de atención primaria pidiendo un tratamiento para la depresión, cuando lo que experimentan en realidad es solo una clara intolerancia a aceptar emociones como la tristeza, el enfado o la frustración. ¿No les parece entonces que es importante reflexionar un poco y aprender a gestionar mejor nuestras emociones? ¿No creen que se evitarían muchos malos tragos si aprenden a gestionar mejor los estados de ánimo? Sin duda, las emociones pueden educarse.
Tenemos que aprender a aceptarnos como somos, pero con miras a mejorar también en lo que podamos. Y una emoción constante de tristeza no siempre es bien aceptada y aún menos comprendida. Por ello, es necesario que conozcamos la diferencia entre tristeza y depresión, así como la utilidad práctica de la primera.
Las características de la tristeza y su finalidad
No debe ni sorprendernos ni asustarnos. La tristeza es una emoción humana y normal. Debemos tolerarla y admitirla, además de acostumbrarnos a convivir con ella cuando aflora. Pero lo que sí debemos hacer, es discernir el motivo que la produce. Porque siempre existe un motivo, igual que sucede con el enfado. Algo que a menudo no sucede en la depresión.
Como sentimiento que debemos explicarnos por qué se está produciendo, simultáneamente es una razón para sentir también que podemos controlarla, porque su objetivo es ayudarnos (es como una luz de alerta) a sentirnos fuertes y con entereza para enfrentar esas adversidades que se nos han interpuesto en el camino. Sean varias o una sola, pero que nos están afectando. Es el momento en el cual nuestra mente y nuestro estado anímico, nos hace ver que debemos detenernos y analizar, tratar de llegar a ver eso que no estábamos observando de nuestra realidad y la que nos rodea, con suficiente claridad.